Reconozco que Paul Haggis me cuesta. De acuerdo que es uno de los guionistas más prestigiosos del mundo -"Million dollar baby", "Crash", "Cartas desde Iwo Jima"-, pero no capto bien su humor ni su solemnidad. Parece que siempre quiere contar historias demasiado amplias y dando muchas vueltas y al final me quedo algo cansado y encima insatisfecho.
Una combinación desastrosa.
Así que da un poco igual que Charlize Theron esté bien, que Tommy Lee Jones haga estupendamente de Clint Eastwood o que la trama resulte por momentos interesante. Además, es una de esas películas para consumo interno que desde fuera se pueden malentender: Bush, Irak, banderas... Lo que en EEUU puede resultar un tema de debate aquí ya está muy pasado y revisado y cercano a la propaganda.
Aunque insisto en que no entiendo bien a Haggis y que cinco películas en 24 horas puede ser una pasada. Lo que está claro es que Irak, mediáticamente, ya es Vietnam. De hecho, dudo que en los 60 hubiera el número de películas sobre aquella guerra como las hay sobre esta. La preocupación sigue siendo la misma: ¿qué demonios hacen nuestros chicos allí?
Por lo demás, sigue lloviendo. Esta noche hay fiesta Technicolor en el Bataplán. Que nostalgias...
“Yo ya dije que esto era una estupidez que no servía para nada”, dice un
hombre tras ver en todos los diarios e informativos del planeta que Israel
ha interceptado la flotilla humanitaria
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“Pérdida de tiempo monumental. Mira, mira, llevan hablando de esto en todas
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M., un...
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