lunes, septiembre 24, 2007

Casual Night

Para que haya placer es necesario un poco de sufrimiento. Por ejemplo, levantarse a las 8,30, coger la ropa a oscuras, intentar no despertar a Mariam y a Simón, ducharse, vestirse y volver a salir para ver "The blue hour" en el Principal. Todo para salir una hora después, entre un sopor infinito y las inquietantes noticias de Madrid.

Ayer tuvimos Casual Night en el Bulevar. Reunión de peces gordos en la que insospechadamente nos colamos. No pintábamos demasiado ahí, ni Roberta ni yo, pero nos comportamos como buenos profesionales de esto. La clase alta y la clase baja.

A los chicos no les gustó nada "Free Rainer". Yo no creo que fuera tan horrorosa, aunque recuerdo que estaba en medio de un gigantesco ataque de pánico y vértigo, con lo que quizás mi opinión al respecto no cuente nada. Lo que está claro es que la fiesta de la noche fue un exitazo. Bocadillos de chorizo y de tortilla. ¿Puedo pedir algo más? Quizá que estuviera la actriz, pero a la hora a la que nos pasamos ya no quedaba nadie del equipo. Nadie reconocible, al menos.

Hace justo un año de la fiesta de Koldo Serra. Ayer, Mar y yo lo recordábamos.

La llegada de Richard Gere tiene a la gente algo revuelta. Ayer, un señor de Madrid me paró en pleno Bulevar para preguntarme por él. Quería verle, dijo. Me pareció bien. Le propuse que esperara a la entrada del María Cristina. "Ya lo he hecho", dijo él, "dos horas". Le dije que no se me ocurría nada mejor y pareció entenderlo mientras lamía un helado de cucurucho.

El tipo de las poesías ha vuelto a La Concha. Una vuelta intermitente, de manera que no siempre lo pillamos ahí, sea porque no siempre está, sea porque ahora pasamos más tiempo metidos en el cine. Por la noche, la ciudad parece sacada de otro siglo, de otra época. Una novela de Scott Fitzgerald.

Casi todo, aquí, consiste en sentirse otro, aunque sea imposible.