miércoles, agosto 02, 2006

Talento y valor en la calle Provença

Maike Lüdenbach es un personaje tan singular que es imposible que no triunfe. Consideren "triunfo" lo que ustedes quieran, pero va a conseguir lo que se proponga y eso es algo que no todos podemos decir. Una presentación interesante en las oficinas de Vicious Records: Sandra dice "este es Guillermo, el que escribe esos artículos tan bonitos..." y el jefe de la discográfica responde "eso está muy bien, es necesario que alguien apueste por los músicos nuevos, las compañías nuevas...".

Sí, eso está muy bien, pero se le olvida una cosa: Aún queda que alguien apueste por mí.

Estoy pensando en modificar la línea de entrevistas que tenía para el año que viene y convertirla en un cajón de sastre llamado "El valor y el talento" y que no recoja sólo actores, cómicos y presentadores sino a cualquiera que me apetezca. Las ventajas de hacer las cosas gratis. Parte de la culpa es de Tamara Arias, eso ya quedó dicho. La otra parte es de Maike. Se merece una entrevista.

Pero también tenemos a Joaquín Reyes, y a Dani Mateo, incluso a Ignatius Farrey, por qué no a Nacho Vigalondo... allí hay un filón por explotar, y quizás pueda hablar con el manager de Bebe, y recuperar a Paz Gómez o que Manuela Velasco conteste los emails... hay una generación que viene y ellos tienen que arengarme a mí tanto como yo a ellos. Ya no tengo nada que explicar: mi mala conciencia de periodista quedó subsanada ayer mismo, cuando mi correo de Elsemanaldigital.com desapareció junto al resto de mis recuerdos.

Si yo soy Trotski, ¿quién es Stalin?, ¿qué dice esa comparación sobre él? En cualquier caso, puedo decirlo bien alto. Aunque sea por exclusión, soy escritor.

Aunque, de momento, agosto de 2006, una terraza y una conversación sobre música -siempre hablan sobre música, da gusto-. Dani y Maike de un lado y yo del otro, hasta que llega B. y mi tren sale en pocas horas y ella se merece esas horas, desde luego, así que nos vamos a comer y me permite incluso que ponga una sonrisa tonta al decir "Maike Lüdenbach me ha invitado a una Coca-Cola", porque estoy convencido, simplemente.

De los dos.