El Mundo publica hoy un sondeo de Sigma Dos cara a las elecciones generales del 20 de noviembre y lo publicita, como siempre, mencionando solo a los dos partidos principales y la diferencia entre ellos. Hay que ir a páginas interiores para ver datos, porcentajes y expectativas de los demás partidos, que, contra todo pronóstico, resulta que también existen.
A mí la diferencia entre el PP y el PSOE me interesa poco. No voy a decir que no me interesa nada, porque es mentira, pero digamos que, sabiendo que el PP va a ganar y el PSOE va a hundirse, si la diferencia son 14 puntos o son 12 o son 16 solo me puede parecer relevante en términos de mayoría absoluta, que, si les soy sincero, no me gustaría que consiguiera el PP porque se daría una de esas habituales paradojas de cualquier sistema electoral, más aún del nuestro: con unos 11 millones de votos se podría gobernar sin control parlamentario alguno a 45 millones de españoles.
Lo que me interesa más es el voto acumulado de PP y PSOE. Me interesa ver si mantienen su apoyo incondicional o si se empiezan a ver cambios. Hagamos una previa histórica: en abril, El Mundo sacaba una encuesta que les daba a ambos el 82,9% de los votos (en las elecciones de 2008 fue un 83,8%). Apenas dos meses después, el mismo periódico publicaba un sondeo en el que ese voto acumulado
caía drásticamente al 78%. ¿Qué pasó en mayo para que el voto de los dos grandes partidos cayera un 5%? Bueno, prueben a mirar por la Puerta del Sol o la Plaza de Catalunya.
El 15-M, según la mayoría de la prensa y analistas, un movimiento antisistema, de perroflautas malolientes e incívicos, que cortan calles y roban beneficios a los honestos comerciantes, se conoce que tuvo algo que ver en esa bajada. Al menos en un sentido: el votante del PSOE ya no se iba sin más al PP ni viceversa, como llevaba sucediendo desde 2000. Eso es un cambio le moleste a quien le moleste. ¿Quién sacaba más tajada? Pues no era IU, que sí subía un poco, sino UPyD.
Fuimos muchos los que votamos a UPyD el 22 de mayo y nos estamos planteando votarles el 20-N mientras ayudábamos en lo que podíamos en Sol. El hecho de que sus resultados fueran espectaculares en Madrid, núcleo del 15-M, no me parece una casualidad. El trato de UPyD hacia el movimiento ha sido difuso: empezó con un cierto respeto y luego ha ido pasando a una especie de regañina constante por todo lo que hacía: su pobreza intelectual, su protoizquierdismo, su connivencia con los nacionalismos... UPyD me parece un partido por encima de la media en términos de sentido común pero su manía de regañar a todo el mundo, incluso a sus votantes, por todo, resulta irritante.
A finales de agosto, La Razón publicaba su propio sondeo. Por supuesto, mayoría absoluta para el PP, que no nos falte de nada, etcétera, etcétera... Ahora bien, se advertía muy entre líneas: entre PP y PSOE sumarían el 77,3%... pero, con una alta previsión de abstención, la pérdida en votos totales superaba en algo los tres millones. ¡Tres millones! Por supuesto, todo esto
muy escondidito en el texto no se vaya a enterar nadie.
La última encuesta, ya digo, es la de El Mundo de hoy. Les doy los porcentajes totales:
PP 47,1%
PSOE 32,3%
IU 5,0%
UPyD 3,5%
CiU 3,2%
PNV 1,2%
ERC 0,6%
Como ven, aquí hay un repunte del voto bipartidista, llegando al 79,4% -pese a todo, cuatro puntos menos que hace cuatro años- pero habrá que ver si ese repunte se mantiene tras la chapucera reforma de la constitución con ese vergonzoso "yo me lo guiso y yo me lo como" que deja a las claras la perspectiva desde la que miran su papel en la sociedad. Ordeno y mando.
UPyD triplica sus votos de 2008. IU sube algo más de un punto.
¿Continuará esta tendencia? A mi me encantaría que así fuera. Yo no puedo decirle a cada uno lo que tiene que votar y mucho menos culparles por votar algo. Ya digo que no voy a votar a PP y PSOE porque me siento estafado por su concepción de la representación y la ciudadanía: aprovechar las listas cerradas para colar imputados, voto "todos a una" de cualquier disposición, trapicheo constante para las cosas que les interesan y una visión del "mantengamos el statu quo" que a mí me desagrada porque el "statu quo" actual me deja muy en los márgenes: con licenciatura, tres idiomas, años de experiencia... y en el mísero paro desde hace un año, que empezaron los brutales recortes.
Sería una buena cosa que el 20 de noviembre los números de los dos grandes partidos no superaran el 75% ni los 19 millones de votantes. Quedaría clara la situación actual del país y el problema de representatividad: 19 millones deciden por los 26 millones restantes en TODO, sin matices, solo pactando de vez en cuando y cara a la galería con los catalanes que votan a CiU o los vascos que votan al PNV. A mi es lo que me ilusiona del 20-N: ver ahí el principio de un despertar de todo este cachondeo. Dejar de tener miedo a unos o a otros porque unos y otros nos pueden joder igual -bien es cierto que algunos con más saña- y buscar una salida nueva que no implique pasarme las noches al raso en Sol sino atacar en las urnas.
¿Se conseguirá? Harán lo posible por evitarlo, pero me temo que la desconfianza e incluso el odio están ahí. Podrían haber escuchado, parecía que lo iban a hacer y acabaron enviando a la policía a dar hostias y a humillar e insultar públicamente desde la atalaya de un gobierno que se supone que pretende representarnos. Probablemente, fuera una pésima decisión.