Creo que he llegado al límite de lo polifacético: editar un mismo día la entrevista con Luis Ramiro del martes y la entrevista con Batista -ver foto- del jueves. Un encanto, los dos. Diferentes, por supuesto, pero un encanto.
Sobre Luis ya he dicho tanto que queda hasta aburrido, además este lunes la entrevista estará publicada y juzgarán por ustedes mismos.
Volvamos a Batista. Hotel Urban. Cinco estrellas, gran lujo. Ricard me dice que se han ido al Photocall a la Puerta de Alcalá. Al rato llegan Paloma y Carlos, con el vídeo y deciden quedarse a esperar a que vuelva la comitiva, porque no es plan de ir a buscarles sin más. Entramos en su habitación: zumo de naranja, agua, algún pastel... Carlos instala la cámara, Paloma me dice dónde sentarme y yo estoy un poco ausente. Nervioso, quizás.
Llega Batista. Es enorme. No creo que haya palabras para definir lo enorme que es el tío. Casi dos metros y un brazo que es como mi cabeza entera. Eso en estado de reposo. Firma revistas y posters. Es muy agradable. Contesta las preguntas con cortesía, amabilidad, un trabajo repetido mil veces en mil países a lo largo de años. Mira a la jefa de prensa de vez en cuando, sonríe, y cuando acabamos me acerco para desearle suerte en su carrera y decirle que ha sido un honor entrevistarle.
Y es que es verdad. En parte es como entrevistar a los Backstreet Boys o algo así. Ese hombre es un pequeño fenómeno de masas adolescente en este país. ¿A cuántos chavales les hubiera encantado estar ahí, hablando de Wrestlemania con El Animal? Eso es lo bueno de ser polifacético, supongo, que acabas cumpliendo los sueños de mucha gente. Es justo. Seguro que hay muchos otros que están cumpliendo los míos por ahí, los muy sinvergüenzas.