Miércoles por la noche en Olavide. Todo está lleno. Cada uno de los bares con sus decenas de mesas en la calle. La crisis de consumo. Cuantos menos coches compres más pinchos de tortilla te puedes tomar. Hubo un verano en el que no dejaba de encontrarme a gente por la calle. Era un verano en el que yo solo quería encontrarte a ti pero no había manera así que no me quedaba más remedio que vagabundear por el 2 de mayo, por la Calle Luchana, hasta que aparecía alguien y empezábamos una charla más o menos anodina.
Estaba bastante enfermo, por entonces, o eso es lo que recuerdo.
De momento, no sé qué opinar sobre julio. Tengo la sensación de que he acelerado tanto que me he salido de plano y estoy esperando a que la realidad me alcance, lo que requiere que yo mismo baje el ritmo de manera insospechada y me cueste mucho reconocerme. Hoy pretendía ir a la presentación de un libro pero no sé ir a presentaciones de libros. Lo he descubierto con el tiempo: no es un problema de ganas, simplemente es que no sé, punto, prefiero pensarlo así.
Acabo la clase y voy a casa a escribir y leer. Esta tarde empecé y terminé "Arrugas", esa fugaz maravilla de Paco Roca. Por supuesto, la mayoría de las cosas me recordaron a mi abuela y a mi propia novela sobre residencias de ancianos. Creo que más temprano que tarde lograré tener una novela inédita sobre cualquier tema que les interese.
Expect me. No se rían, que a mí me frustra bastante. La novela gráfica tiene ese punto minimalista al que estamos tan acostumbrados los que leemos traducciones: no hay explicaciones, solo actos. La crueldad, el destino, la enfermedad, la soledad...
Por lo demás, la de hoy ha sido una buena clase, no siempre sucede.
Escucho Lana del Rey cada dos horas, más o menos, hasta que me agoto. Generalmente "Born to die", "Blue Jeans" -mi favorita- y "Videogame". Lo peor no es el tedio, lo peor con diferencia es que yo me pego al tedio como una lapa y me siento tan a gustito. Debería irme a Barcelona, probablemente lo haga. Un verano sin Barcelona, aunque sean tres días es un verano perdido. El siguiente libro es de Irene Lozano, se lo compré a Diego Salazar en su mercadillo. Echo de menos a Diego y a mucha otra gente. Al final la elección es entre estar solo en casa o estar solo en la presentación de un libro y ya he dicho que una cosa me sale mucho mejor que la otra.
La elección es siempre lo que uno se busca. Necesito escribir algo. Escribir tapa el silencio. A Loriga le funcionaba con las canciones pero las canciones para mí son ya como los ansiolíticos, que van perdiendo su eficacia con los años. Lo bueno de escribir, además, es que no necesitas que te lea alguien. Con eso me pasa como conlas presentaciones, que en realidad yo no sé que me lean, ni sé cómo reaccionar ante el halago ni ante la crítica ni qué cara poner ni dónde meter las manos.
En Grand Teton yo soñaba con ser Archimboldi. En Grand Teton empezó "El Pingüino".