La gala anual de premios de Cortogenia siempre tiene un punto de hermandad entre los cortometrajistas. Además, todo el mundo está de buen humor. El que ha ganado, porque ha ganado. El que no ha ganado, porque sabe que sería una falta de estilo absoluta demostrar que está cabreado, así que se ve obligado a sobreactuar.
Pasemos rápido por los tópicos del frío que hacía en Madrid, de lo emocionado que uno se siente viendo a Guadalupe Lancho entregando premios o de lo encantadores que son -sí, más peloteo- Óscar de Julián y Mariela y vayamos al grano: los premios. Excepto una mención del Jurado a Rocío Monteagudo por "La tama", dirección de fotografía para "Dime que yo" y mejor sonido para "Tu(a)mor", todos los grandes se los repartieron entre tres cortos: dos que me encantan y uno que me gusta solamente. Curiosamente, este último fue el que ganó el gran premio. Suele pasarme.
"Nana", de Esteban Crespo, se llevó guión y dirección. Esteban es un tipo formidable e incluso uno se pregunta si Gustavo Salmerón -que sale en cada plano del corto- no se hubiera merecido también el premio a mejor actor. Eso no quiere decir que Font García fuera un injusto ganador. Font García y Carmen Ruiz
son "La rubia de Pinos Puente". Por supuesto, está Vicente Villanueva con su universo y su prodigiosa capacidad de dirección -apunten su nombre porque va a reventar taquillas en largometraje, estoy seguro-, pero sin ellos dos el proyecto no se sostendría.
Como estaba cantado, Carmen Ruiz se llevó el premio a mejor actriz y además el corto, igual que pasó en Almería, se llevó el gran premio del público.
"On the line" arrasó en cuestiones técnicas: dirección de arte, música original y dirección de producción. Todo eso le valió el premio como mejor cortometraje del año. Dudoso. Hacer un cortometraje siempre es algo complicado y desde luego "On the line" cumple de sobra con unos mínimos. Pero, ¿el mejor del año? Muy opinable.
Y ahora yo tendría que contarles cómo me fui a la fiesta del Larios y me invitaron a copas y hablé con éste y el otro, como si esto fuera una columna de Benjamín Prado, pero lo cierto es que felicité a Esteban, felicité a Vicente, me reencontré con María, de Greatways... y me fui a ver a Pablo Ager y Albert Sants en el Barcelona, 8. Nada que reseñar. En un breve ataque de entusiasmo nos fuimos al Libertad, pero como diría Rubén Mata y al menos en mi caso, "all the fish is love", así que nada más llegar me fui a casa.
Por cierto, entre Rubén Mata y Fer Cabezas, ¿quién ganaría un concurso de entusiasmo? Dejo la pregunta en el aire.