Mala cosa lo de los puentes. Como si Barcelona se lanzara desde una de las cuerdas superiores con todas sus fuerzas y Madrid se apartara de la lona. Rafa Pons lo decía en el concierto: "Estábamos acojonados, hemos entrado por Avenida de América, todo recto hasta aquí, hemos aparcado... y no hemos visto a nadie en toda la ciudad". Efectivamente, en Madrid, estos días, no hay nadie.
Con lo que el concierto de Rafa en Galileo se convierte en algo así como una pequeña fiesta íntima, con unos 100-150 invitados, que, visto lo visto, no está nada mal, pero es más o menos lo que mete un día normal de entre semana en el Búho Real.
Una fiesta algo fría. A mí al menos me dio la sensación de que empezaba fría. Rafa, con Santi y Joan, como siempre, y gente que se sabe las letras y gente que no. En mi mesa, Kika, Irene, Marina y el ínclito Fer Heads, el verdadero icono de la noche madrileña. Me da la sensación -según me comentó Rafa después del concierto, a él también se la dio- de que todo el público está un poco así: digamos, unos 75 fans y otros 50 que han venido a acompañar, porque es viernes, puente, Madrid está vacío y "vente a ver a este tío que merece mucho la pena".
Así que hay que esperar un poco para que la gente entre en calor, sin que Rafa se desespere. "Filatélico numismático", "Julia Roberts", "Orgasmos modernos" de Alex Martínez... y, como es habitual, la cosa se va templando con "Voy esperando la luna..." y el Muñeco Martín sube a bailar "Malaputa", y yo lo canto a todo pulmón aunque sin mi compadre Pablo, que se nota, y pienso en mil personas distintas y acabo aceptando "tú" como concepto global, y luego los clásicos "Hotel y Domicilio", "Nieve en la ventana", "Rafita Perestroika", para acabar con un segundo bis -las luces de Galileo ya encendidas, una canción preciosa sonando por los altavoces- y una despedida algo emocionada porque Rafa, aunque parezca un tipo cínico y canalla, tiene una facilidad asombrosa para emocionarse.
Y esta noche, Dani Flaco en el Búho Real, presentando disco.