miércoles, mayo 14, 2008

Lara Moreno, Lichis y un par de colirios


Estrés. Mucho estrés. Eso no es bueno para nada. Para ninguna de las múltiples dolencias de un hipocondríaco y, en concreto, para lo que parece una conjuntivitis pero se va calmando a lo largo del día. De todas maneras, por si acaso, me paso por Urgencias. Me derivan varias veces. Me encanta ese verbo médico: "derivar". Me acaba atendiendo una doctora que me manda un colirio.

El problema: una vez me puse un colirio y me dio alergia. Una alergia brutal, de acabar en otro hospital, de madrugada, y encima en Amsterdam. Un número, vamos. Y no me acuerdo de qué colirio era. Por otro lado, sé que me he puesto otros colirios después y me han ido bien, así que compro Tobradex, que es el que me ha mandado la doctora, pero me da yuyu y compro también Tobrex y me quedo ahí mirándolos fijamente, por si mi memoria acude al rescate y leo bien las instrucciones y decido -por decidir algo- que el Tobrex es el bueno y el Tobradex es el malo, pero al final prefiero no echarme ninguno de los dos.

Lo clásico en un neurótico.
Llego tarde a la entrevista con Lara en Tetuán, pero no pasa nada porque ella llega aún más tarde. Nos encontramos con Miguel y nos metemos en un bar. Hablamos de mil cosas, tantas que se me hace tarde y me tengo que ir pirando. Sensación amarga, porque los dos sabemos que nos quedan otras mil cosas que hablar, pero el tiempo, ay, el tiempo... Una vez dije que sólo admiraba a dos personas en este mundo: a Lichis y a Roger Federer. Por supuesto, era una gilipollez como un piano, admiro a muchas más personas aunque de diversas maneras.

Ahora bien, si tuviera que volver a ser gilipolllas -y hoy es mi cumple, ¿por qué negármelo?- diría que sólo admiro a tres personas en este mundo: a Lichis, Roger Federer y Lara Moreno.

Con lo que no deja de ser curioso que tras dejar a Lara en el metro de Tetuán, vaya corriendo por andenes y metros hasta Tribunal, donde me esperan Irene y Pablo Ager para "colarnos" en el concierto de La Cabra Mecánica en el Búho Real. Bueno, estamos invitados. Los tres. O eso creemos, porque cuando llegamos a la puerta sólo estamos invitados dos -es una cifra razonable- e Irene consigue que le vendan una entrada "in extremis".

El concierto es prodigioso, como siempre. La gente se sabe todas las canciones y yo me subo a la barra varias veces para berrearlas. Algunos me miran mal, pero a mí me parece que les pueden dar mucho por culo, porque es mi concierto de Lichis, llevo un día de mierda, tengo dos colirios en la chaqueta para una sola conjuntivitis que probablemente no sea ni eso, y nadie me va a quitar de cantar "La canción de las plantas" a todo volumen.

Eso sí, cuando acaba el concierto estoy exhausto. Completamente agotado. Abrazo a Lichis, abrazo al inigualable Pepo y me piro con Pablo. Por ahí andan Quique González, Rubén (el de Pereza) y Tonino Carotone, pero no estoy de relaciones públicas. Estoy de irme a casa y descansar porque hoy celebro: a partir de las 23,00 en Las Vistillas. Espero verles a algunos de ustedes, señores.