Parece haber un acuerdo general dentro del mundo del
ciclismo en que la Vuelta a España se ha convertido en la más atractiva de las
tres grandes rondas por etapas. A ello ha contribuido un descenso en la calidad
de participantes en el pasado Tour, de un recorrido soporífero, y el habitual
desprecio con el que miramos el Giro, competición apasionante que este año se
llevó Ryder Hesjedal, un corredor menor que supo aguantar la dura montaña quizá
por la ausencia de grandes competidores. Segundo fue “Purito” Rodríguez.
Estamos en un momento de
impasse, a la espera de las grandes estrellas del futuro, que probablemente
se llamen Sagan o Boasson Hagen, si se deciden a competir también cuesta
arriba, algo que, por su juventud, no hay que descartar. Estos deberían ser los
años de Contador, Schleck, Nibali o Froome pero se han convertido en los años
de Bradley Wiggins, un fuera de clase en el velódromo pero que hasta esta
temporada había mostrado serios déficits a la hora de aguantar tres semanas
subiendo y bajando puertos.
El recorrido de la Vuelta pretendía dar un empujón a la
fiebre del aficionado con unas etapas al gusto de los corredores españoles.
¿Quiénes son las grandes figuras de nuestro ciclismo? Valverde, Contador y Purito.
¿Qué tipo de corredores son? Explosivos, de fuertes demarrajes, sólidos en la
montaña y, excepto en el caso de Contador, muy flojos en la contrarreloj. La
solución ha sido poner once finales en alto y una sola crono, que prácticamente
era una cronoescalada, con casi 20 kilómetros de ascenso y descenso, ideal para
Rodríguez y Valverde, muy lejos de las capacidades ideales de Contador o
Froome.
Este intento de buscar puertos nunca hallados, paredes del
15-20% donde los corredores se retuercen durante tres kilómetros, me parece un
error cuando se hace etapa sí, etapa también. De acuerdo, sirvieron para
eliminar cualquier opción extranjera, incluidos Froome o Gesink, pero lo cierto
es que entre los tres favoritos, día tras día, no había diferencias: Rodríguez,
Valverde, Contador… Valverde, Contador, Rodríguez… los tres llegaban con pocos
segundos de diferencia después de un sprint final con bonificaciones incluidas.
Se llegó al punto ridículo de terminar una etapa en el puerto donde entrena habitualmente
el líder de la carrera y la siguiente justo en su ciudad natal.
Un par de etapas de este tipo habrían estado bien si se
hubieran combinado con una buena crono y más jornadas de emboscadas, duras,
ideales para la “pájara”, como fue la de Fuente Dé. El éxito de Fuente Dé es
paradójicamente el fracaso de la organización de la Vuelta y su objetivo de,
como dice el periodista Daniel Cana, llenar YouTube de vídeos espectaculares de
diez minutos de ascensión salvaje. Pasarán los años, los aficionados recordarán
la Vuelta que ganó Contador con su ataque en Cantabria… y nadie podrá encontrar
un vídeo de aquello porque no existe. No hay imágenes. 29 años más tarde, aún
puedo ver cómo Hinault atacaba en Serranillos pero no puedo ver cómo Contador
dejaba ayer de rueda a Rodríguez.
Esto nos lleva lógicamente a RTVE. Entiendo que su decisión
de empezar las retransmisiones a las cuatro de la tarde y eliminar el
tradicional resumen de la tarde-noche es una cuestión contractual con
Unipublic, que solo les cede los derechos de la última hora o dos horas de
carrera. En cualquier caso, son condiciones inaceptables. Llevamos tres semanas
oyendo a Pedro Delgado y Ángel de Andrés hablar de las maravillas de una Vuelta
donde las mismas etapas se repetían una y otra vez en flashes de dos kilómetros
a tope y que gane el que mejor acelere y justo cuando de verdad hay una etapa
de las de hacer afición, RTVE se borra.
No está ahí. No hay ni una imagen.
El nivel en general de la retransmisión ha sido muy bajo,
puede que por el propio cansancio heredado de Tour y Juegos Olímpicos. No lo
sé. La pareja De Andrés-Delgado se pierde en ocasiones en un forofismo difícil
de explicar en dos profesionales y unas discusiones o conversaciones de barra
de bar que no clarifican lo que pasa en la carrera. Súmenle una realización
dudosa y un hombre en una moto que da la sensación de estar completamente
vendido porque nunca consigue estar en el lugar adecuado dando la información
adecuada, y encontrarán motivos para la queja.
Puede que esta Vuelta –por su participación, por su
recorrido- haya sido la mejor de los últimos años. Mucho mejor que el Tour,
desde luego, esa sucesión de maillots del Sky ocupando toda la calzada… pero si
la organización quiere que el mundo entero se tome en serio su carrera tiene
que entender que no puede estar diseñada solo para los corredores de casa y que
merece una cobertura televisiva de primer nivel. No ha sido el caso y debería
dar para reflexionar.
Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial, dentro de la sección "La zona sucia"