En 1999, la selección española sub 20 ganaba por primera vez el Campeonato del Mundo de su categoría. En aquel grupo destacaba un portero llamado Iker Casillas, que de hecho fue clave para el triunfo final al parar varios penaltis en la tanda eliminatoria contra Nigeria de cuartos de final. El otro gran destacado, ya titular ocasional en el Barcelona de Van Gaal, campeón de liga aquel mismo año y el anterior, era un mediocampista llamado Xavi y que jugaba casi de media punta, por detrás de Pablo Couñago, máximo goleador de aquel Mundial.
De aquello hace ya diez años y en el camino Xavi ha ganado otras dos ligas, una Champions, una Eurocopa con la selección, siendo nombrado mejor jugador del torneo, y va camino de conseguir el triplete este mismo año con sólo 29 años.
Es sorprendente que en esta "fiebre del balón de oro" en la que ha entrado el periodismo deportivo, con el lógico elogio a Iniesta, se hayan olvidado por completo de uno de los mejores jugadores -si no el mejor- que ha dado nunca este país, quizás junto a -sí, lo siento- Raúl.
Xavi es un jugador llamado a pasar inadvertido: si Van Gaal gana dos ligas, todo el mundo habla de Rivaldo. Si las gana Rijkaard el mérito es de Ronaldinho. Si llega Guardiola y arrasa, todo es culpa de Messi... pero el fútbol de España y del Barcelona no se entienden sin él. De acuerdo, no marca goles, pero su exhibición en toda la Eurocopa fue extraordinaria. En el Bernabéu fue el mejor jugador de largo del partido pese a irse de vacío y en Londres se llevó toda la atención y unas cuantas patadas que dejaron el camino abierto a otros.
Nunca juega mal. Nunca marca hat-tricks. No le hace falta. Todo el mundo está de acuerdo en que España es la mejor selección del mundo y el Barça el mejor equipo. ¿Por qué? Porque juegan mejor que nadie: un fútbol rápido, de combinación, al primer toque, inteligente y vertical...
Sin embargo, al que se encarga de fabricar ese juego en ambos lados no le contemplan en las listas. Curioso. Si Iniesta es balón de oro, ¿qué hacemos con Xavi? Su reino no es de este mundo, se conoce.
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