martes, mayo 26, 2009

La roncerización de la política


Probablemente, Tomás Roncero no inventara el método, pero lo llevó más allá de lo que nadie había hecho antes. Nadie que yo recuerde, al menos. Camufló todas sus carencias periodísticas revistiéndolas de puro y duro forofismo. Hizo su nido en pequeñas tertulias y de ahí fue pasando a la COPE, al As, a la televisión...

Roncero, como periodista, no vale nada. Eso lo sabe cualquiera. No se esfuerza ni en ocultarlo. El truco en su momento fue declararse "madridista hasta la muerte" y ejercer. A los medios les pareció divertido, daba morbo. Si se va a jugar un partido del Madrid, él sale y dice que van a ganar 4-0 y punto. Arrogante y desafiante. Los demás equipos son una mierda, sólo el suyo es el que vale. ¿Análisis de jugadas, sistemas, planificación...? Ni idea. Pura excitación de barra de bar. Desprecio al rival y defensa de lo propio más allá de cualquier evidencia empírica.

Llevo tiempo diciendo que la política trata de imitar al fútbol. Es lógico, ambos se dirigen a la masa y ambos caen en el mismo tópico: la masa, por definición, es tonta, borrega y hay que adoctrinarla. La masa busca ídolos a cualquier precio y se vende por una bandera o un himno, sean del Barcelona o de ERC.

Eso conlleva excesos, porque una cosa es aceptar que parte de esa "masa" -puede incluso que una parte mayoritaria- esté dispuesta a creer fanáticamente y otra es que todas las campañas se tengan que basar en la ecuación "votante potencial = idiota". Por ejemplo, la última campaña para estas Elecciones Europeas del PSOE, que lleva la estupidez un grado más allá, pero no sólo eso.

Siempre me he preguntado por qué el sentido común escapa a los políticos españoles en determinadas cuestiones: pongamos la lucha contra ETA. Le preguntan al nuevo lehendakari por la cuestión y él podría contestar "No tengo ni idea de cuándo acabaremos con ETA, supongo que habrá más muertos porque siempre los ha habido en democracia e incluso en dictadura. No puedo saber lo que nadie sabe, sólo intentar prevenir cualquier atentado y perseguir a los que lo cometan si es que lo hacen".

¿Es eso factible?

No, claro. El nuevo lehendakari -y eso vale para cualquier político- se ve obligado a manifestar alegremente: "Acabaremos con ETA". Lo dicho: la masa necesita creer, no razonar.

Volvamos a la campaña del PSOE. Cruza una línea peligrosa, que es la de atacar no ya al partido rival sino a los votantes de ese partido. Hasta ahora, habíamos visto mucha crispación, claro, pero siempre del tipo: "Vosotros sois unos asesinos de niños... pues vosotros organizasteis la guerra de Irak... pues vosotros engañasteis con el 11-M... pues vosotros engañasteis más... pues vosotros organizasteis el GAL... pues vosotros matasteis a los del YAK-42..." y todo ese tipo habitual de abusos verbales.

Por supuesto, de ahí ya se podía derivar que los votantes de esos partidos, al darles su apoyo, apoyaban también sus constantes actividades delictivas, pero era una derivación implícita, que nadie quería poner del todo en evidencia.

Se acercaron las Juventudes Socialistas con aquel vídeo de "Pasapalabra" en el que un pijo del PP contestaba todo tipo de vulgaridades e idioteces mientras una sobria socialista de buen corazón hablaba de "paz, educación, bien en el mundo...". Aquel vídeo fue criticado, claro, y yo creo que con sentido, pero siempre con ese punto condescendiente de "bueno, es que son jóvenes".

La campaña actual del PSOE, con sus vídeos y sus vallas publicitarias, no sólo consiste en la caricaturización ridícula de la oposición, de manera que el que llegara a este país sin saber nada y oyera a López Aguilar hablar de "cambio, reforma, luchar contra la crisis, nuevas soluciones... frente al PP" pensaría que la derecha lleva los últimos cinco años gobernando. Hasta ahí sería algo absurdo y barato, pero valdría. Un punto Roncero, de negar la realidad pase lo que pase y echar la culpa al contrario de todo, pero...

Lo grave es que saquen vídeos en los que se señala directamente a los votantes del PP como responsables de los desmanes de sus políticos, como si el PP en el fondo sólo recogiera lo que sus votantes quieren: integrismo religioso, guerra, palizas a inmigrantes, condena civil y moral de la homosexualidad, privilegio de los ricos y explotación de los pobres... "Lo peligroso es lo que votan", dicen, cuando lo que quieren decir es "Lo peligroso es que voten".

Yo no creo que vaya a ser fácil que ese tipo de campaña triunfe. Tengo al votante del PSOE en alta estima y me niego a creer que se vaya a tragar eso, como si fuera un ultra de fútbol más. Todo el que lea este blog sabe que yo no voto ni a un partido ni a otro, pero no estoy fuera del mundo: conozco a gente que vota a un partido y a otro. A votantes del PP que no brindan cada vez que bombardean Bagdad y a votantes del PSOE que no comen fetos crudos de postre mientras invocan a Satán.

Conozco a gente de un partido y de otro, que a veces les votan y a veces, no, que reconocen los errores o los justifican, pero que no necesariamente se odian. Hacer del odio algo necesario está bien entre Madrid y Barça -boti, boti, boti, madridista qui no boti-, pero es peligroso en otros ámbitos. Un odio tan banal, tan de eurodiputado, además...