domingo, abril 05, 2015

Nevermind


Mi llegada a Nirvana fue calmada, sin prisas. La primera vez que escuché "Smells like teen spirit", si no me equivoco, fue en Menorca, durante unas vacaciones con la familia, éxito veraniego que no parecía distinguirse mucho de las modas de esos días: Guns N´Roses, los renovados Aerosmith... Hace más de veinte años de todo esto así que es probable que me equivoque, pero creo que hasta el "In Utero" no me convencí de que ese chico rubio tenía algo que contarme. Estaba entre los quince años y los dieciséis y venía de Mecano y el Zona de Baile, así que la transición no podía ser fácil.

Eso sí, la llegada del "In Utero" supuso la asimilación de algunas de sus frases más melodramáticas: la insinuación del "Heart Shaped Box" que tan bien me venía a mí, adolescente rencoroso, con su "Hey, wait, I´ve got a new complaint", la autocompasión sin matices de "Pennyroyal tea" que después se desgarraría por completo en el "Unplugged", y, por supuesto, la virulencia enigmática del "Rape me" y ese "I´m not the only one" en bucle. A partir de ahí, lo demás adquirió sentido y pertenencia: de repente, a todos nos gustaba Nirvana, era un punto de unión, de comunión casi.

Juntos descubrimos entonces el "Nevermind", desde la indescifrable "Lithium" a la escondida "Endless, nameless" y juntos descubrimos las joyas del primer disco, empezando por "School" y siguiendo por "Love buzz" o "About a girl" -"this is a song of our first record, most people don´t know it", decía Kurt casi con desprecio a los chicos MTV- y nos grabábamos los unos a los otros las rarezas, las caras B, todo lo que podíamos encontrar en Doctor CD o tiendas del estilo.

Jorge Tomasi, por ejemplo, me grabó el "Incesticide", el maravilloso "Incesticide", justo el fin de semana antes de que Cobain se pegara un tiro.

A partir de ahí, empezó el mito, claro, pero un mito con sentido. Cobain murió a los 27 años y murió con la merecida consideración de genio. Si las dudas sobre su talento compositor se han multiplicado en los últimos años ha sido precisamente por la insistencia en su suicidio, en el póster de chico de mirada triste que prefiere arder a difuminarse lentamente. A raíz de su muerte, los debates se multiplicaron y creo que fue algo sano: estaba bien hablar del suicidio y no orillarlo, como se hace siempre. A Cobain, además, hay que agradecerle que no dejara margen para la ambigüedad: nada de botellas de vodka esparcidas por la habitación ni de barbitúricos con champán y cadáver en la bañera.

El día que supimos de su muerte no fue un 5 de abril sino un 7, creo. Cuando le encontró el electricista, vaya. Courtney Love leyó una carta muy emotiva por los altavoces de su mansión cerca de Seattle en la que no dejaba pasar oportunidad de insultarle a cada línea. La carta tenía dos frases que a mí se me quedaron grabadas. La primera, excelente disculpa, decía: "I´m too much of an erratic, moody person and I don´t have the passion anymore". La he utilizado, para mí mismo, mil veces. La segunda, la despedida, era "Love, peace and empathy". Creo que llegué a firmar con esa despedida alguna de mis ya de por sí dramáticas cartas del verano de 1994, incluso de la primavera de 1995.

Desde luego, no puedo decir que Nirvana ni Kurt Cobain me hicieran una persona más feliz, pero sí creo que me permitieron conocerme mejor. Conocer mejor mi parte oscura, por así decirlo. O, al menos, convivir con ella antes de acabar encerrado en un cobertizo después de huir de la clínica de desintoxicación. Quizás, al contrario, solo aumentaron mi concepción exageradamente estética de la vida.

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Sondeo en Madrid: el PP de Esperanza Aguirre se queda en un 35% de los votos y entre 20 y 22 concejales. Teniendo en cuenta que la mayoría absoluta está en 29 es un resultado horrible. Rajoy se ha comido el sapo de rescatar a su archienemiga para salvar la capital a cualquier precio y al parecer la capital pende ahora mismo de la voluntad de Albert Rivera de hablar con voz propia y negarse a ser muleta de alguien a cuyo alrededor ha crecido la corrupción por todos lados, dejándola como una extraña isla en un mar de basura.

En cualquier caso, el resultado para el PP es desastroso en clave nacional, porque si en Andalucía no llega al 30%, en Madrid lo supera por los pelos y en Cataluña y País Vasco está cerca de ser un partido residual, es complicado ver de dónde va a sacar los votos necesarios para llegar a ese 29,7% que le da La Razón para las generales. Lo curioso del caso -y lo desesperante- es que incluso ganando las elecciones con menos de tres de cada diez votos válidos, la ley electoral le seguiría dando al PP en torno a los 140 escaños, algo parecido a lo que pasó con Susana Díaz en Andalucía, que con un porcentaje muy bajo consiguió una mayoría suficiente en el parlamento.

Esta encuesta de La Razón, que, como todas, la pueden consultar en Electomanía, apunta a un bajón de Podemos en beneficio de Ciudadanos. Mucha gente lo considera imposible porque "Podemos es de izquierdas y Ciudadanos es de derechas". Es un análisis de lo más simplón. Incluso concediendo que Podemos es un partido claramente de izquierdas, incluso de una izquierda vieja y ramplona, y Ciudadanos coquetea con cierto tipo de liberalismo mezclado de un practicismo en ocasiones algo brusco... no debemos equivocarnos: el votante que acude a esas formaciones es en su gran mayoría un votante más o menos descontento con el sistema pero sobre todo descontento con la gestión de los grandes partidos. Antes, todo ese voto, tanto el antisistema puro y duro como el antisistema en la práctica, se lo llevaba en las encuestas Podemos. Ahora, tiene que compartirlo. ¿Hasta qué punto y en qué porcentajes? Lo sabremos en mayo.

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Al hilo de lo anterior, hay que insistir: "bipartidismo" es aquella forma de gobierno en la cual dos partidos -pongamos el demócrata y el republicano en Estados Unidos o el liberal y el conservador en la Restauración española- se alternan en el gobierno sin posibilidad de una tercera opción. En España se alcanzó algo muy parecido al bipartidismo cuando PP y PSOE no solo se sucedían en La Moncloa -algo que seguirá pasando, me temo, durante lustros- sino que ni siquiera tenían que pactar con otros partidos porque copaban el 80-90% de los escaños.

Este es el bipartidismo que se está acabando, aunque, y en eso hay que recomendar "La urna rota" de Politikón, editado por Debate, la propia ley electoral está configurada para que los dos principales partidos siempre estén sobrerepresentados en el Congreso. Esos dos principales partidos pueden ser PP y PSOE o cualesquiera otros dos, pero entenderán que pretender "asaltar los cielos" cuando papá y mamá apenas suman el 53% de los votos pero se llevan casi el 70% de los escaños es muy complicado.