"El País" tranquiliza en su edición de hoy: "Estar bautizado no supone ser católico". La preocupación constante por el "ser" y el olvidarse continuo del "estar". La realidad en el sótano y bajo llave. Esa es una herencia del catolicismo, sin duda, pero para mí, un no-bautizado y por lo tanto no-apóstata y condenado, previsiblemente, a las llamas del infierno cristiano, musulmán y judío, nada me es más molesto que un fanático religioso salvo un fanático anti-clerical.
Dijo Oriana Falliaci, tan excesiva a veces, tan precisa en otras, que en Italia "sólo hay dos clases de fascistas: los fascistas y los antifascistas". En España -quizás Europa, no sé- sólo hay dos clases de fanáticos religiosos: los eclesiásticos y los anticlericales.
El ratón y el gato. Un día podrían pararse a preguntar exactamente qué persiguen. A estas alturas, no creo que nadie piense en el queso.
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