"El sexo arruina la amistad". Qué frase más simplista. Cualquier cosa arruina la amistad, por otro lado, pero si uno quiere concretar, la afirmación debería ser: "El sentimiento de posesión arruina cualquier amistad". La posesión, como la voluntad, o el deseo no encuentra límites. Es la realidad la que se los pone.
En esa lucha entre un deseo ilimitado y unas reglas convencionales (amistad) tremendamente limitadas se desbarajusta todo.
Pero no, no es necesario el sexo. Basta con querer poseer. Poseer el tiempo ajeno en cualquier caso, sea en su cama, en la tuya o en un Sprint. Dice Aristóteles, "donde hay amistad, no tiene por qué haber justicia". El que desea, sin embargo, anhela justicia constantemente, y con "justicia" entiende una devolución exacta de su deseo. Paso por paso.
Del sentimiento de injusticia, del sentimiento de agravio es de donde se originan la mayor parte de los amigos perdidos.
Los movimientos sociales de los últimos dos siglos pretendían que la felicidad del hombre llegaría con la igualdad y que esta igualdad era una igualdad material: dinero, medios de producción, propiedades... La igualdad verdadera sólo se podría alcanzar mediante una uniformidad de lo realmente inigualable: el deseo, la voluntad.
Mientras exista voluntad habrá amos y esclavos. Mientras existan amos y esclavos habrá sentimiento de agravio. Mientras persista el sentimiento de agravio, malgré Aristóteles, las amistades se irán rompiendo por cualquier razón absurda.
Conclusión: sigan follando, amigos.
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