Avalancha de músicos catalanes en Madrid. Todos amigos, además. Curiosa coincidencia con mi planificación de viajes a Barcelona. Es verano: nadie quiere seguir en el mismo sitio.
Segundo concierto de Raúl Rojas en Madrid. Extraño y algo nervioso, como si estuviera preocupado por algo que ni siquiera Tòfol es capaz de averiguar. Con todo, es Rojas, y si alguien no le ha escuchado aún, por favor, el 19 de agosto en el Búho Real. Resulta descorazonador ver que sólo 20-25 personas se hayan enterado de que ese chico estaba tocando allí.
Taxi rápido y entrada en el Ritmo y Compás. Bret, es decir, yo, más "Uno", es decir, la Chica Portada. Recuerdos de conciertos de hace diez-quince años. No muchos más espectadores pero un sonido tremendo. Lo que cuesta arrancar, si yo les contara: Ediciones B rechazó amablemente mi libro con una carta en la que me pedía que lo enviara a "otra editorial".
Bien, ¿alguna indicación?
Dani Flaco y toda su banda poniendo el cien por cien pero incluso él tenía que saber que la distancia con el público es tremenda y en esa sala más, porque no hay ni asientos -apenas un par de sillones en un lateral- y no voy a decir que se le viera desganado, porque decir eso del Flaco es decir mucho, pero sí tremendamente realista y algo apesadumbrado. Más por sus músicos, de primer nivel, que por él mismo.
Sandra, como siempre, encantadora.
Y a todo esto, había un tercero, Alex Martínez, con sus "tigres" en Galileo. Supongo que Lara andaría por ahí, pero Lara es una más de esas personas que en verano les da por desaparecer y hacen muy bien porque todos sabemos que los otoños son ratoneras en las que es imposible esconderse...
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