viernes, julio 28, 2006

Reflexiones sobre el caso Floyd Landis

Hay algo vagamente esperanzador en el positivo de Floyd Landis que no lo había, por ejemplo, en el de Roberto Heras de la Vuelta a España del año pasado. Se trata del hecho de que Landis haya dado positivo en la etapa en la que ganó con un rendimiento fuera de lo normal y sorprendiendo a todo el mundo por su aguante casi inhumano.

Es decir, si se confirma que se dopó, al menos se podría pensar que el resto iban limpios y por eso perdieron casi diez minutos.

Lo de Heras era mucho más triste: él dio positivo en una contrarreloj a la que llegaba con cuatro minutos de ventaja y sin ninguna posibilidad de perder la Vuelta. Que se dopara en aquella etapa, sabiendo que iba a tener que pasar por el test, mostraba un convencimiento total de que no le iban a pillar. Un convencimiento producto, sin duda, de la costumbre.

Nunca le habían pillado. Nunca pillaban a nadie.

Por supuesto, todos estamos convencidos de que el dopaje es una práctica generalizada al menos en el ciclismo y crear falsas expectativas en ese sentido sería absurdo, pero, en el caso Landis, dejemos abierta la sospecha: él se dopó, de acuerdo, pero su ventaja fue exagerada. Lo triste es cuando el que se ha dopado resulta que queda sexto. ¿Qué dice eso de los cinco primeros?

Dice Óscar Pereiro que preferiría seguir segundo en el Tour y que no se confirmara el positivo. Es lógico. Ser el primero de un deporte que no existe no sirve de mucho. En cualquier caso, no sería la primera vez, ni mucho menos: Ángel Arroyo perdió la Vuelta del 83 por un positivo, Marco Pantani fue retirado del Giro del 99 cuando dominaba con casi diez minutos de ventaja, Roberto Heras fue desposeído de la Vuelta de 2005 varias semanas después...

... Si Perico Delgado se salvó fue por una cuestión meramente burocrática. Quizás, después de todo, los ciclistas sean los únicos capaces de desmentir a Abraham Lincoln y puedan seguir engañando a todo el mundo todo el rato. Quizás no. Lo veremos en próximas fechas.