Uno no ficha al "mejor entrenador del mundo" para ganarle al Rácing y al Athletic de Bilbao. Eso ya lo habían hecho, y muy bien, Schuster, Juande y Pellegrini. Se le ficha para partidos como el de hoy y es justo exigirle una parte de responsabilidad. No solo a Mourinho, claro, porque los jugadores no pueden salir sin tensión, débiles, retrasados, a la expectativa... En veinte minutos el Barcelona había metido dos goles y había tirado un balón al poste. El Madrid miraba. La decisión de meter a Benzema fue osada y elogiable, mejor eso que Lass Diarra, como se comprobó en la segunda parte, pero el francés volvió a decepcionar de manera lamentable.
Muchos jugadores del Madrid se borraron: de entrada, Cristiano Ronaldo, que volvió a fallar en un partido clave. Por supuesto, Benzema, pero sobre todo Özil y Di María. Ellos eran los llamados a enlazar el juego, coger la espalda de la defensa adelantada del Barça y crear peligro al contraataque. No se supo nada de ellos. Parece que la edad y la inexperiencia les pesó demasiado. En el medio campo, seguimos sin saber qué pinta Khedira y Xabi Alonso estuvo muy mal. Curiosamente, lo que más me gustó fue la defensa cuando defendían, aunque sus errores fueron clave al intentar iniciar la jugada.
Por eso no se entiende que Mourinho decidiera sacar a Lass Diarra por Özil. El Madrid tenía serios problemas de construcción y empezó a solventarlos en los últimos minutos del primer tiempo. Justo entonces, salió Lass y lo terminó de empantanar todo: le pone ganas y corre mucho, pero es un desastre táctico y técnico. Eduardo Inda, director de Marca, llegó a calificarle de mejor centrocampista del mundo. Con Lass ayudando a entorpecer la salida del balón, el Barcelona se limitó a seguir presionando. Curiosamente, pese a la exhibición de toque, el mayor peligro llegó por errores del rival, incapaces de sacar el balón jugado.
Difícil decir algo más del Barcelona. Digamos que fue muy superior cuando Xavi dominó el partido y fue escandalosamente cruel con su rival cuando Messi también se enganchó. El argentino jugó una espantosa primera parte, empeñado en la jugada personal. Cuando Guardiola lo recolocó entre líneas respondió con dos balones en profundidad que acabaron en sendos goles de Villa. Todo funcionó. Recuperación inmediata, anticipación en defensa, toque preciso, entrada por bandas, triangulaciones constantes... Iniesta estuvo magistral en la recuperación, Xavi demostró que merece el Balón de Oro, Busquets dirigió y cortó, Pedro volvió locos a los defensas con sus carreras y sus diagonales y finalmente Messi y Villa se asociaron y sentenciaron.
El Barcelona lleva dos años siendo el mejor equipo del mundo y acercándose al mejor de la historia. Gastarse 400 millones de euros y fichar a Mourinho para volver a ser goleados así es difícil de asimilar. El problema no es que fueran cinco, es que pudieron ser ocho o nueve si hubieran jugado al límite. A diferencia del 2-6 del Bernabéu, aquí hubo treinta minutos de barbecho y cuarta marcha, como si jugaran contra el Almería. No sé cuántos títulos tiene que ganar Guardiola para que le consideren un ganador. No sé ni si el Barcelona ganará esta liga porque desde luego no se ha acabado. Lo que está claro es que en dos años y medio ha sumado más partidos espectaculares que casi en el resto de la historia del Barcelona.
Solo queda darle las gracias por creer en el balón, la presión y la cantera. Nadie había hecho algo remotamente parecido en sus tres primeros años como entrenador profesional en Primera División.