Sólo el hecho de conseguir juntar a María Blanco (Mäbu) y Jorge Marazu en un mismo escenario, acompañados por guitarra y bajo respectivamente, ya justificaría la idea del Fuera de Contexto. Son dos músicos excepcionales y todavía relativamente poco conocidos. A María se la empieza a oír por redes sociales y cadenas de video-clips gracias a su EP grabado con Warner, pero obviamente aún tiene mucho camino por delante. Jorge vive en Ávila, donde es una pequeña eminencia musical, pero Ávila no es Beverly Hills, señores, dicho sea con todo el cariño. De momento, son dos talentos -más o menos- a la sombra. Y ninguno llega -ni se acerca, diría- a los 25 años, disculpen mi obsesión con la edad.
No sé qué tenía en mente cuando propuse a Laura lo de los recitales ni cuando lo hablé con Juancho, de la Escalera de Jacob y Álvaro, de Costello. Era algo muy vago que tenía que ver con mi vieja idea de que hay que abrir puertas al talento y, por supuesto, una manera de intentar demostrar que sigo siendo escritor ahora que publicar parece algo tan complicado. La realidad ha superado cualquier expectativa: llevamos tres ediciones y además de Jorge y María ya han tocado Alfon, Emite Poqito, Pablo Ager y Álvaro Vázquez, una buena muestra de lo que se está haciendo por Madrid y alrededores en este momento.
Y la cosa no se va a quedar aquí, claro.
En cualquier caso, por sorprendente que me siga resultando la fe y las ganas que tiene esta gente en nosotros, aceptando tocar gratis y sin poner ninguna pega, me abruma aún más la respuesta del público. Sinceramente, al empezar, contemplábamos noches de 5-10 personas y yo no digo que no vayan a llegar porque las barbas de mi vecino he visto pelar, pero es que ayer había más de 40 personas y cualquiera que haya estado en la planta baja del Costello sabe que, con sillas, eso es casi un lleno. Quiero pensar que, aparte de que yo pueda ser un tipo con más o menos amigos y algo pesado en la promoción, la gente que repite, repite por que le gusta lo que ve y los que vienen nuevos, vienen por alguna especie de confianza en que lo que hacemos les puede gustar.
Al final todo son aplausos, pero los aplausos ya sabemos que no lo dicen todo.
Por mi parte, puedo prometer y prometo mejorar. Ponerme menos nervioso, por ejemplo, y recitar más despacio. Tener menos miedo, en definitiva, que viene a ser el problema raíz. No es fácil para alguien con problemas de hiperventilación ponerse a recitar en público, que se lo digan a Rafa Pons. Todo esto que estamos haciendo, sobre todo, lo hacemos para aprender. Al menos, yo lo hago para aprender. Así que, como diría Loriga, pueden venirse conmigo y
deberían venirse conmigo, porque desde la carretera no van a ver nada.