domingo, mayo 03, 2009

Real Madrid 2-Barcelona 6: Guardiola lidera la mayor exhibición de fútbol de los últimos diez años


Pongamos las cosas en contexto para que se pueda apreciar su grandeza: el Barcelona, después de 33 partidos de liga, 13 de Champions League -incluida la previa de agosto- y 8 de Copa del Rey llega al campo del segundo clasificado en la liga española. Un segundo clasificado que viene de ganar 17 de los últimos 18 partidos y que además es el vigente campeón. Un equipo que juega de una manera demasiado simple y poco atractiva, pero que lleva 78 puntos a falta de cinco jornadas, una puntuación que le hubiera garantizado el título cualquier otro año.

Además, los culés vienen de sufrir un desgaste descomunal sólo cuatro días antes en las semifinales de Champions League ante el Chelsea, un partido en el que tuvieron que asumir toda la responsabilidad y cargar con una presión enorme. En frente, 90.000 aficionados enloquecidos, firmes creyentes en la culminación de la remontada del Madrid.

90.000 ilusiones que explotan a los quince minutos cuando Higuaín -siempre Higuaín- marca el 1-0.

Ese es el contexto en el que hay que colocar el 2-6 de ayer, una auténtica obra de arte futbolístico. Lo más grande que se ha podido ver en la era moderna de la liga española. Una demostración así, ante un gran equipo como el Madrid -porque sí, el Madrid es un gran equipo, ningún equipo mediocre hace la segunda vuelta que han hecho los de Juande- es simplemente increíble.

Y tiene un responsable que no es Messi. Ni Henry. Ni Piqué. Ni Xavi.

Es Guardiola.

Guardiola dio ayer una lección táctica que estremece. Estremece por su juventud. Se cargó toda la táctica de Juande con un solo cambio de posición: llevó a Messi al centro para que cayera por la izquierda, dejó vacía casi la banda derecha -sí, Eto´o caía, pero no exactamente como extremo- para que Alves subiera todo el rato y pegó a Henry a la banda, de manera que el Barça siempre pudiera atacar en dos contra uno a Sergio Ramos, le impidiera subir, y además Abidal pudiera quedarse con Robben sin necesidad de ir al ataque.

Una genialidad sencillísima que no obtuvo respuesta alguna del otro lado y que seguro que ha dejado a Hiddink pensando.

Por supuesto, estuvo a punto de no resultar. En los primeros veinte minutos, el Madrid presionó bien, creyó en sí mismo y le dio todos los balones a Robben, para no complicarse. Abidal reaccionó con cierta tibieza, por decir algo: se comió varios desbordes, permitió a Sergio Ramos centrar cómodamente para dar el primer gol de la tarde y se cargó con una peligrosa tarjeta amarilla que le iba a condicionar supuestamente el resto del partido.

No fue así, porque Robben no volvió a tocar la bola y desde luego Ramos no tuvo ninguna opción de volver a subir. Suficiente tenía atrás.

El caso es que el Barcelona podría haber dudado de sí mismo y de su entrenador pero no lo hizo. Al contrario. Siguió a lo suyo, volcando el campo a la izquierda y controlando el centro del campo de manera insultante. Abusiva. En la previa lo comenté: Juande Ramos desprecia demasiado el mediocampo, y así fue: Lass corría como un loco, pero ¿a quién parar? ¿A Messi cuando bajaba a recibir? ¿A Iniesta cuando caracoleaba? ¿A Xavi cuando ordenaba y se colaba entre líneas?

Tarea inabarcable.

Colocado en el centro-izquierda del ataque, Messi hizo lo que quiso. Quedó frente a frente con Cannavaro y Metzelder varias veces y les superó en todas. Más a su izquierda, el parsimonioso Henry, un hombre que siempre parece estar pensando en otra cosa mientras los demás juegan, se aprovechó del filón. Jugada por la izquierda en profundidad: gol del francés. Nueva jugada por la izquierda, falta absurda de Cannavaro y gol en el remate de Puyol. En tres minutos, del 1-0 al 1-2. De la posible remontada a la sentencia de la liga.

Es fácil culpar a Sergio Ramos de todo esto. La prensa madridista lo ha hecho hoy y su propio entrenador lo hizo con el cambio en la segunda parte. Desde luego, en defensa fue un agujero negro para el Madrid, pero estaba condenado. Tienes a Messi encarándote y a Henry en la línea y además, como vas perdiendo, tienes que subir -no olvidemos que Ramos fue el único argumento ofensivo de los blancos: dio el primer gol y marcó el segundo-. Detrás, en la cobertura, tienes a Cannavaro, un auténtico desastre, como ayer se demostró.

Es fácil culparle pero no es justo. El Madrid se vio desarbolado simplemente. "Un rodillo", dijo Casillas, y esa cara tenía. Xavi y Messi solventaron el flojo partido de Iniesta. El argentino pudo marcar el 1-3 varias veces en oportunidades muy claras, hasta que ya por fin lo hizo por abajo y pegado al poste. El partido parecía sentenciado al descanso.

No era del todo cierto. No numéricamente, al menos. El Madrid volvió a marcar de cabeza en una falta. De verdad que el Barcelona se tiene que hacer mirar esto. No puedes conceder goles tan fácilmente. Una cosa es que te rematen y te metan un gol, que puede pasar y otra es que tres tíos rematen a bocajarro en el segundo palo sin ninguna marca y con el portero mirando. Fue el único lunar blaugrana. El único de toda la liga.

¿Canguelo? No exactamente. Profundidad, juego entre líneas y gol inmediato de Henry en una salida dudosa de Casillas. 2-4. A partir de ahí, la exhibición. El chorreo. Llámenlo como quieran. Messi marcó el quinto y Eto´o buscó el sexto con desesperación. El Madrid ni olió la bola. Toque, toque, toque... ¿Quién venía de jugar apenas cuatro días antes? ¿Quién llevaba once partidos más en la temporada?

El sexto gol lo marcó un central, Piqué. Eso lo dice todo: 2-5 arriba en el Bernabéu, siete minutos para el final y el central sube a terminar las jugadas. Fútbol total. No es cualquier central, desde luego. Lo del segundo tramo de temporada de Gerard Piqué está siendo escandaloso. Una demostración pocas veces vista. Recuerda al mejor Koeman: anticipación, presencia, buena técnica, criterio, elegancia para resolver el uno para uno pese a una cierta lentitud en la salida...

Que los simpatizantes hablemos ahora bien de Guardiola no debería ser demasiado significativo. Ni siquiera que lo hagan sus rivales. La mejor prueba de que el partido lo ganó él la dio Samuel Eto´o. El camerunés siempre quiere brillar ante el Madrid y sin embargo aceptó ser el gran sacrificado de la partida. Se tuvo que marchar a la banda derecha y su aportación se limitó a presionar mucho y desahogar alguna jugada. Se perdió el festín por completo. ¿Su reacción tras la victoria? "Guardiola ha estado tácticamente insuperable".

La fe en este hombre es increíble y va para largo. Independientemente de lo que pase el miércoles en Londres.