Macarena se viste de rosa y se apoya en una seta diminuta. Es Alicia en su país de las maravillas y ella es una niña traviesa y curiosa que mira fijamente a la cámara de Mariona y de vez en cuando medio sonríe y a veces me mira a mí y entonces yo miro a otro lado porque, curiosamente, a Macarena le puedes mantener la mirada cuando está cerca, pero la tienes que esquivar cuando está lejos.
Por ejemplo, en una pantalla grande.
Macarena ejerce de pequeño demonio cordobés, seduce a la cámara, se pone de pie, ajusta el vestido, coge por la cola un gato negro de atrezzo y juega con las manos mientras se concentra y pone caras. Carolina la desviste y la viste con un vestido a flecos y Mariona la sienta en un sofá diminuto y juega con sus posturas y sus gatos y sus setas y yo me agarro a mi libreta de escritor -el intrusismo, ya se sabe- y me apoyo contra la pared.
Somos un excelente grupo de jóvenes artistas: Mariona viene de hacer un photocall en Berlín con Giselle Bunchen, Macarena estrenará tres películas en otoño, Carolina trabaja en "Muchachada Nui" -vestuario-, la chica de maquillaje tiene su propia peluquería en San Bernardo y yo... bueno yo sigo aprendiendo, ya saben. Lo que me dure el cuento.
A veces tengo la sensación de haber llegado a todo esto al menos cinco años tarde. Como si el tiempo para ser "el mejor" -en algo, lo que sea- se me estuviera agotando lamentablemente.
Aunque esto era un post sobre Macarena Gómez, disculpen. Macarena, llegando algo indefensa al quinto piso de un edificio en la Avenida de Felipe II, bajando a tomar un pincho de tortilla, algo intrigada por las preguntas habituales: ¿quién eres exactamente? ¿para qué revista era esto?... Es despistada. Ella misma lo reconoce. Quizás, precisamente por eso, es tremendamente dócil. Deja que la maquillen como quieran, sin quejarse. Acepta cualquier hora, cualquier pregunta, cualquier sugerencia. Lo único que no acepta es que el café tenga nata, pero ¿quién puede culparle de eso?
Macarena en las distancias cortas, en un bar al lado de la Casa del Libro de Goya. Contestando mis preguntas, algunas más torpes, otras, menos. Conversando, en cualquier caso, como si fuera una de mis entrevistas de la revista Almiar. Sincera, directa, en su pequeño mundo maravilloso. Dice que le gusta ser mala, que a todo el mundo le gustaría ser malo en algún momento, que eso es así y yo la creo perfectamente y aunque dé mil explicaciones y matices, no me parece grave, todo lo contrario.
Para mí Macarena es exactamente como la vio Mariona sin conocerla: una niña en un vestido que le queda pequeño, un mundo que le queda pequeño, una mirada seductora de súcubo bilingüe y un gato negro cogido por la cola y los huevos.
Ea.
Les dejo con el trailer que hay en YouTube de "Contracuerpo":
El Estado es un sensor
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