martes, marzo 17, 2015

Medina del Campo IV. Vertiges


Tampoco digo que no tenga mérito meterse un lunes a las cinco a ver un montón de cortos en sueco y polaco. Lo tiene. Esta vez, sin embargo, somos menos, apenas los acreditados y un grupo de chicas entusiastas que entran haciendo mucho ruido y se van mustiando conforme avanza la sesión. Y eso que la cosa empieza bien, con "The mother", una buena historia que pretende abarcar demasiado, como sucede a menudo en este formato. Con todo, y aunque le sobran como mínimo cinco minutos, se puede ver y disfrutar, como el atrevido "09.55-11.05" en el que una mujer enferma de cáncer se enamora de su cuidadora temporal.

Es un corto en el que lo que se muestra se muestra sin ambages y en el que lo que no se muestra está latiendo de fondo todo el rato. Una especie de "teoría del iceberg" audiovisual. Eso a veces es bueno y muchas veces es malo porque el corto -o el relato- se acaba convirtiendo en un enigma, pero en esta ocasión, aun con su ritmo lento, nórdico, naturalista, funciona.

El problema es que ya van dos cortos truculentos a su manera... y los dos siguientes no ayudan. "Une histoire syrienne" estaría bien si venciera la tentación de la moralina, pero no, la moralina está en todos lados y a lo que se ve, la culpa de que un dictador sirio se perpetúe en el poder y torture a sus súbditos es de Occidente. Puede que sea verdad, pero a uno le agota tener la culpa de todo: si los árabes matan a los judíos es culpa de Occidente, si los judíos matan a los árabes es culpa de Occidente, si los árabes se matan entre sí es porque Occidente no hace nada para evitarlo. Si Occidente interviene en un conflicto, salga bien o mal, obviamente, cada muerto también es culpa suya.

Sinceramente, agota todo ese discurso por el cual tenemos que ser los guardianes del mundo los días pares y abstenernos de intervenir en problemas de culturas ajenas los impares. Por ejemplo, nada más acabar el corto francés empieza "I am Sami". Más niños sufriendo, esta vez kurdos, empujados al terrorismo porque las tropas de ocupación americanas van por ahí con sus tanques. Los niños y los tanques y ninguna alusión al hecho de que los kurdos, masacrados por Sadam, masacrados por los suníes y masacrados ahora por el IS, igual sí tienen algo que agradecer a Occidente. Al menos, precisamente, cuando Occidente va con los tanques.

En fin, tras el sermón llega un corto interesante. También largo, también turbio... pero interesante. Se llama "Vertiges" y habla de la vida de una estudiante en un instituto belga. Las historias de adolescentes, sin exageraciones, siempre son interesantes, al menos para los que crecimos con "90210" y "Al salir de clase". Hay algo inquietante en cada minuto, en cada mirada de esa chica, incluso en las canciones que escucha. Algo que por primera vez te hace quedarte pegado al asiento. La lástima es que, de nuevo, sobran cinco minutos, quizá más. La tónica de esta edición.

El final, en cambio, es vertiginoso: "Vivos", una animación argentina divertida, de las que siempre funcionan en los festivales y que solo dura cuatro minutos, más que suficientes, y "Counsellor", un chiste australiano de dos minutos sin demasiada gracia. Se lo comentaba el pasado viernes a Jaime: lo peor que se puede hacer en un corto es aburrir. Si eres un genio, demuéstralo. Si no lo eres, sal adelante como puedas, es decir, entretén al público. Cuéntales algo único, interesante, sin pretensiones. No siempre lo conseguirás pero al menos evitarás muchos bostezos.

Esta tarde, vamos con la segunda parte. Mirando el programa, no puedo ser demasiado optimista, la verdad, aunque al menos parece que en uno de los cortos se habla de Nietzsche y, mira, eso ya es algo.