jueves, marzo 26, 2015
La desgorriarización de UPyD
Me llega por Twitter un artículo de Paco González en El Mundo explicando que la debacle de UPyD se debe a que es un partido incómodo para el sistema y el IBEX 35 y por eso han decidido cargárselo y aupar a Ciudadanos, que sería un partido menos comprometido con la lucha contra la corrupción y más manejable. Puede ser. Lo cierto es que la descomposición de UPyD es perfectamente explicable sin conspiraciones ajenas, así que apliquemos la navaja de Occam y optemos por la opción más sencilla: UPyD se ha venido abajo por su propio empeño en resultar un partido antipático, sin necesidad de ayuda alguna.
No lo digo como una crítica a la totalidad, ojo. Mi madre me dijo el otro día: "Si vas a conseguir algo en la vida, no va a ser por simpático". Hay gente que no es simpática y tiene que jugar otras bazas. Desde su creación en 2007, UPyD ha recibido críticas por todas partes y las ha encajado como mejor ha sabido. Yo siempre les he votado, tanto en las europeas como en las municipales como en las generales. A Rosa Díez y a los demás. Me pareció un partido necesario, que combatía el bipartidismo desde las instituciones, que defendía una ley electoral más justa y cuyo programa se acercaba mucho a lo que yo pedía a gritos en la Puerta del Sol, denuncias a Bankia aparte.
Por supuesto, siempre que defendí públicamente a UPyD me cayeron tortas. Lo dicho, era un partido antipático con una portavoz antipática y que se empeñaba en decirle a todo el mundo lo que tenía que hacer. Un partido con un exceso de soberbia que producía una inquina para mí inexplicable. "La musa de Intereconomía", la llamaba un amigo periodista cuando Intereconomía tenía prohibido dar ninguna información de Rosa Díez, no fuera a ser que los votantes del PP se dieran por aludidos. Cuando los medios propusieron por enésima vez su fusión con Ciudadanos -¡incluso con VOX!-, una mayoría se negó y creo que hizo bien porque los proyectos simpáticos a veces son mucho más peligrosos.
Con UPyD, al menos, siempre he sabido a qué atenerme y eso se agradece, por mucho que los de izquierdas les llamaran fascistas, sin más, y los de derechas, ya hemos dicho, les condenaran al ninguneo constante.
El problema es que la antipatía tiene un límite. Mi buen amigo Montano ha escrito sobre ello mil veces: en los últimos años los votantes de UPyD nos hemos tenido que enfrentar no ya a las broncas de los demás sino a las de los propios diputados del partido, encabezados por Carlos Martínez Gorriarán. Carlos es un buen tipo, nos hemos reunido varias veces y siempre ha sido de lo más educado conmigo. Con una pestaña de Twitter abierta delante, sin embargo, es un peligro público. Hoy, Sosa Wagner, lapidado públicamente como un hereje cuando propuso acercarse a los de Albert Rivera, daba por hecha la inclusión de militantes y simpatizantes de UPyD en Ciudadanos siempre y cuando acreditaran su "desgrorriarización". Puede que fuera más sencillo que el partido se "desgorriarizara" por sí mismo, pero ya es demasiado tarde. Con o sin Rosa Díez. Con o sin Irene Lozano. Con o sin Toni Cantó, lo cierto es que el partido ya ha quedado marcado para siempre y es una desgracia porque muchos nos hemos quedado sin voto.
Apelar a que lo que pasa es que Albert Rivera es muy guapo y habla muy bien y Planeta le trata como a un rey es excusa de mal perdedor. De perdedor antipático, vaya.
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Justine Sacco abandona por unos días su trabajo como relaciones públicas en una importante firma estadounidense y se dispone a marcharse de vacaciones. Mientras espera pacientemente a que su vuelo salga, pasa el tiempo actualizando su cuenta de Twitter. Nada del otro mundo: apenas tiene 170 seguidores y por mucho que el mundo siga girando, ella tiene once horas por delante rumbo a Sudáfrica precisamente para huir de cualquier preocupación. Cuando por fin anuncian el embarque del vuelo se le ocurre escribir: "Voy rumbo a África. ¡Espero no coger el SIDA! No, es broma, soy blanca".
El chiste puede no tener ninguna gracia y desde luego es una invitación automática a que alguien muy burdo y con la piel muy fina te acuse de racismo, como a Vigalondo le acusaron en su día de antisemita. Ahora bien, no hay que ser el tipo más listo del mundo para darse cuenta de que la ironía, la burla, va dirigida precisamente a quien asocia África sin más con el SIDA y quien a su vez vincula el SIDA con la raza negra.
Sin embargo, fuera de contexto y de explicación, el tuit llega al TL de cientos de miles de usuarios a base de retuits constantes e indignados. "Justine Sacco" se convierte en trending topic mundial con sus derivados del tipo: "Despedid a Justine Sacco". La masa enfurecida se pone en marcha y anima a recibir a Sacco con antorchas y arados en el aeropuerto de Ciudad del Cabo... porque, a todo esto, Justine Sacco sigue en el avión, ajena por completo a cualquier polémica y sin saber la que se está montando.
Cuando llega a Sudáfrica nadie la lincha pero su familia la repudia, la policía no garantiza su seguridad y los empleados de los distintos hoteles donde tiene reserva amenazan con ir a la huelga si aparece por ahí. Tiene que volver corriendo a Estados Unidos, por supuesto la despiden, nadie escucha sus explicaciones y su vida se desliza por una pendiente cuesta abajo. Todo por un tuit torpe o mal entendido, sin más. Acuérdense de Sacco la próxima vez que quieran humillar públicamente a alguien de quince años por decir que quiere ver "Mujeres y Hombres y Viceversa".
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Mientras el fiscal francés anuncia con datos y evidencias que la única causa posible del desastre aéreo es la voluntad del copiloto de estrellarlo contra los Alpes, un periodista en Twitter, sin idea alguna de lo que ha pasado, corre para escribir: "No me lo creo", otra periodista lamenta que no se pueda investigar la cuenta de Facebook del piloto y otros dos deben de seguir discutiendo sobre las pochas. El mundo se tendrá que salvar solo.
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Mañana es la Noche de los Teatros pero desde hace tiempo ni hay teatros ni hay nada para nosotros. Mañana haremos maletas y comidas y confiaremos en que todo quepa en el coche y que el Niño Bonito no se deje la frente contra ninguna esquina en sus aventuras expedicionarias por el salón. Hace dos años, puede que tres, sí que estuvimos en una de estas celebraciones, con la Chica Imán y la Linda Vaquerita, pero fue un desastre absoluto que acabó como solían acabar las cosas por entonces: tomando descafeinados y botellas de agua en cafeterías vintage de Malasaña.
Aparte de la Noche de los Teatros o la Noche de los Libros, recuerdo la famosa Noche en Blanco y la pena que me daba perdérmela cada septiembre. A mí siempre me pillaba en el Festival de San Sebastián y desde la distancia todo parecía maravilloso. Everybody loves the sound of a train in the distance, everybody thinks it´s true. El único año que pude disfrutarlo en Madrid, por un cambio de fechas, fue 2008. Hice una pequeña fiesta de bienvenida en mi nueva casa de la calle Churruca, aún sin muebles ni nada y salimos a una noche fría, incómoda, llena de viento y de gente.
La gran atracción era un funambulista que iba a cruzar la esquina de Gran Vía con Alcalá caminando por un cable a decenas de metros de altura. A. estaba como loca, deseando que saliera y se cayera y así ella, que había empezado a ser algo parecido a mi novia, dejara de ser el centro de atención de todo mi grupo de amigos. Cada uno elige sus maneras de integrarse. El frío fue aumentando y con el frío el viento y al final el hombre no salió, Una decepcionada A. y yo nos fuimos a Huertas a intentar entrar en algún bar lleno de gente y nos acabamos despidiendo en la plaza de Neptuno, cada uno en su autobús, sin saber que habría más noches, claro, pero ninguna en blanco.