martes, mayo 28, 2013
Fiestas del libro 2013
Es raro verme en más de dos fiestas literarias. Muy raro. Quizá tres. Este año, como he publicado libros y tengo pensado publicar más, es posible que caigan cuatro pero no lo creo porque cuando llegue la cuarta estaré ya un poco harto. La primera la recibes con cierto entusiasmo: ver las caras de gente que hace un año que no ves, ponerte al día, destripar a tal o cual autor, reconocer lo buena que es la novela de este otro... La segunda suele ser rutinaria y la tercera, insufrible. De esto no tiene la culpa la gente que va ni mucho menos la que organiza. La culpa la tengo yo, que nunca sé muy bien qué hacer y acabo no haciendo nada. De hecho, es que no acabo de saber muy bien exactamente qué se supone que tengo que hacer.
Por ejemplo, otorgan el Premio Llanes y dan un fiestón. Me parece estupendo. Todas fiestas son pocas en estos tiempos, pero, ¿qué pinto yo ahí? No he leído la obra premiada, no conozco al autor, podría felicitarle como podría ponerme a la salida de un ministerio a felicitar a cada funcionario que salga cuando acaba su jornada, pero queda un poco impostado. La fiesta de Mondadori es divertida, la de Planeta una vez la hicimos gamberra y estuvo bien, la de la Osa Moña tiene momentos: en Tipos Infames merece la pena, en una discoteca a todo volumen, pierde, en cualquier caso es la que tiene el ambiente más distendido.
Este año añadimos CONTEXTO, más que nada porque me han invitado tres veces, conozco a los editores y hace tres años me lo pasé muy bien ahí, con las chicas del Master de Edición de Álvaro Vázquez.
Mi experiencia: si alguien va a hacer contactos, pierde el tiempo. Básicamente, porque todo el mundo va a hacer contactos y se te ve a la legua. Si vas para que te vean, bueno, puede servir para recordar "Oye, estoy aquí y cuando quieras te mando mi manuscrito o hablamos de ese que hace ocho meses que no lees" y hacerte la ilusión de que inmediatamente las cosas van a cambiar. En realidad, lo bonito es ver el espectáculo de la confusión porque lo que queda claro ahora mismo en el mundo de la industria literaria -sea lo que sea- es que todo el mundo está perdidísimo: los editores reciben miles de manuscritos al mes, no tienen tiempo para leerlos, no criban, publican muchas veces a tientas, muchos no pueden -o no quieren- pagar buenos correctores y lectores, los agentes ven cómo se les amontonan los aspirantes a las puertas mientras los que realmente dan dinero -cada vez menos- se ponen pejigueros, y los escritores ya no son 50 ó 100, somos 1.400, cada uno con nuestra nueva novela que para nosotros es la leche en bote.
La combinación es imposible. De ahí no se saca nada en claro y entiendan que yo no puedo elogiar la tranquilidad de la pequeña librería de Sigueleyendo y al día siguiente decir lo maravillosas que son las macrofiestas de la Feria del Libro donde se respira de todo menos paz, tranquilidad y confianza. Lo mejor es juntarte con un grupo de amigos, cuanto más desconocidos, mejor, pero no es necesario, basta con que te caigan bien y punto y finjas estar en cualquier lado menos en el sitio donde se juega tu carrera profesional. Porque igual tu carrera profesional no es esa o directamente se juega en cualquier otro lugar.
Así que, previendo el hastío, he convencido a la Chica Diploma para que me acompañe y me calme, que es algo que se le da muy bien, porque en todo gran grupo artístico se juntan el talento y la mediocridad y reconozco que la mediocridad me pone de los nervios y normalmente hace que me vaya sin más a casa, a escuchar mil veces el "Toros en la Wii" de Love of Lesbian y abominar de su espantosa adaptación al anuncio de Estrella Damm, ese bucólico trailer de adolescentes sacados de Supermodelos 2013.
En definitiva, que me gustan y no, que voy y me cabreo, que paso momentos maravillosos y otros prescindibles. Como en cualquier otro lugar. Pero que no se nos olvide que lo bonito es la Feria en sí, las casetas y los libros, incluso sin firmas, porque la firma no aporta demasiado al libro, y sobre todo tener tiempo para leer después el libro que has comprado, cosa que me falta y que obviamente no puedo desperdiciar con una agenda de fiestas y presentaciones. Y si lo hago, díganmelo: "Usted es un hipócrita, usted va de auténtico por la vida y luego viene aquí a decir "qué hay de lo mío" sin decirlo, poniendo cara de corderito indefenso".
Díganmelo, que yo les diré "tienen razón" y seguiré pensando lo mismo que al principio de este post: que la culpa de esta relación amor-odio no es de las fiestas ni de los invitados sino mía, exclusivamente mía.