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El futuro sin Mourinho, el futuro con Vilanova

Es complicado juzgar los tres años de
Mourinho por sus resultados deportivos. Parece como si a su alrededor se
hubiera creado desde el primer día una especie de burbuja por la cual
el fútbol ha sido siempre lo de menos y todo se ha reducido a una
cuestión de lealtad y odio: lealtad a sí mismo y su trayectoria; odio a
todo lo demás que le ha molestado: los árbitros, los horarios, la
Federación, la UEFA, UNICEF, “Pito” Vilanova, Valdano, Casillas, la
tristeza de Cristiano Ronaldo, los pseudomadridistas y madridistas
disfrazados… Su propio balance de estos tres años ha sido
autocomplaciente como no podía ser de otra manera, y eso es una pena
porque oculta al menos tres verdades positivas: 1) El Madrid ha
competido de tú a tú con el Barcelona durante dos años, perdiendo su
incomprensible complejo de las dos anteriores temporadas, 2) La liga que
el Madrid ganó el año pasado fue sublime, con 100 puntos y más de 120
goles, y 3) El equipo, especialmente la temporada pasada, jugó muy bien
al fútbol, con muchos jugadores involucrados en el proyecto.
Sin embargo, estos tres datos se pierden en una lista de acusaciones y
reivindicaciones destinadas a hacer olvidar lo obvio: el Real Madrid,
estos tres años, no ha estado al nivel de sus jugadores. No vayamos a la
historia porque eso es peligroso e injusto. El palmarés del Madrid es
tan enorme que aplastaría a cualquier entrenador. Mourinho está
satisfecho por haber ganado dos títulos serios —pueden ser tres en unos
días- y haber llegado a tres semifinales de Champions. Según él, es
mucho más de lo que hicieron sus antecesores, Del Bosque aparte. Puede
que eso sea cierto pero por la misma regla de tres, Mancini podría irse
del Manchester City diciendo que con él en el banquillo el equipo ha
logrado muchos mejores resultados que en los 20 años anteriores. Sería
verdad pero tramposo: la inversión y los jugadores del City pedían algo
más que una liga en tres años y una FA Cup, quizá dos.
¿Por qué se considera un éxito lo de Mourinho en el Madrid y un
fracaso lo de Mancini en el City? Lo desconozco. Quizá sea bueno buscar
un término medio: Mourinho ha tenido sus cosas buenas en lo deportivo y
ha demostrado en el pasado ser un gran entrenador. Lo demostró incluso
en el Madrid en la temporada 2011/12. No así en la 2010/11, donde no
solo perdió 5-0 en el Camp Nou sino que se lió en una cantidad tal de
broncas que sin duda distrajeron al equipo, ni mucho menos este año,
donde ha perdido en semifinales de Champions League contra un equipo que
me sigue pareciendo inferior al Madrid en todo menos en el juego
colectivo, es decir, aquello que maneja el entrenador. No reconocer eso,
no hacer esa mínima autocrítica, desvirtúa su autovaloración.
Si los resultados no han estado a la altura en estos tres años de
Mou, y mucho menos en los cuatro de Florentino Pérez, lo cierto es que
la inversión en capital futbolístico hace pensar en una transición suave
para el Madrid. Más allá de las filias y fobias provocadas por
mourinhistas y antimourinhistas que han dividido en dos los afectos de
la hinchada hacia sus jugadores lo cierto es que el Madrid tiene una
plantilla excelsa, maravillosa, con recursos para todo. ¿A quién habría
que fichar para que la cosa mejore? Muchos apuntan a un delantero que
sustituya a Benzemá o Higuaín, pero hablamos de dos talentos
extraordinarios, como lo demostraron el año pasado. ¿Cuánto dinero
costaría un refuerzo en esa posición y en cuánto mejoraría a los
jugadores ya existentes? Por lo demás, quizá convendría fichar un
lateral derecho para complementar a Arbeloa, pero son detalles tan
ínfimos que hacen que el equipo, con o sin Mourinho, sea para mí el gran
favorito el año que viene en todas las competiciones.
Peor lo tiene el Barcelona, mal que me pese porque mi simpatía hacia
este equipo y su forma de jugar viene de lejos sin llegar al forofismo.
Las sensaciones de fin de año son las de una plantilla demacrada en lo
físico y lo emocional. El desbarajuste táctico en el que se ha movido el
equipo durante todo el año —un desbarajuste ya anunciado el año pasado y
que probablemente motivó la marcha de Pep Guardiola, sabedor del
inmenso desgaste que supondría reactivar a su plantilla- ha derivado en
una sensación de fragilidad absoluta.
Al igual que sucede con el Madrid, el Barça tiene unos jugadores
excelentes y muy bien pagados. Sus resultados al menos están a la
altura. En los tres años de coincidencia con Mourinho, el Barcelona va a
ganar dos ligas, una copa, una Champions League y varias Supercopas,
Mundialitos... El palmarés está a la altura o por encima de la historia
blaugrana pero la transición apunta a ser más difícil porque es un
equipo basado en una forma de entender el juego, obsesionado por “el
concepto” y que ahora mismo no sabe lo que tiene que hacer en el campo.
Un equipo en el diván. No es una cuestión de nombres ni de rotaciones,
es una cuestión de intensidad, de salir a morder, de ganas… y de poder
ejecutar esas ganas. El desplome físico se explica con dificultad porque
este año los suplentes han jugado prácticamente lo mismo que con
Guardiola.
El Barcelona sí necesita fichajes pero sobre todo necesita recuperar
lo que tiene: que Xavi demuestre que a los 33 años puede superar sus
molestias físicas, que Cesc aclare si es un centrocampista ofensivo o un
delantero falso, que Alexis sepa si tiene que jugar a desbordar por
banda o si tiene que tirar desmarques y arrastrar rivales o si mejor que
presione como loco, a lo Pedro, y que sea lo que Dios quiera. Mientras
Messi esté cerca de su cien por cien, el equipo será competitivo, pero
es complicado pensar que será el mejor de Europa sin al menos un central
de garantías, un delantero que complemente a Neymar y Messi y sin la
citada limpieza física y mental de sus estrellas ya existentes,
probablemente saturadas tras cinco años de éxitos en su club y en su
selección.
En cuanto a Tito Vilanova, convendría darle la oportunidad de que
trabaje un año entero con el equipo antes de juzgarlo. Ha pasado por un
cáncer y eso no le convierte en un santo, pero es absurdo negarlo:
durante demasiado tiempo su cabeza y su cuerpo han estado en otra cosa… y
aun así va a ganar la liga. El año que viene tendrá que tomar
decisiones, ejercer un verdadero liderazgo e imponer disciplina táctica
en un equipo que se ha despistado muchísimo en ese aspecto, limitándose a
esperar a ver cuándo aparece el 10 y gana él solo el partido. Eso te
puede dar ligas y copas, porque en España juegan solo dos equipos, pero
en Europa es complicado y hasta el PSG de turno te puede poner contra
las cuerdas.
Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial dentro de la sección "La zona sucia"