En su email de invitación, Kika dice que "comparado con la COPE", Radio Enlace se queda poco, pero yo no he estado siempre en la COPE, de hecho, estar en la COPE es lo más improbable que me ha pasado en mi carrera profesional. Yo he sido siempre muy de Radio Carcoma, Radio Vallekas o Radio Sol XXI, así que no me siento en absoluto incómodo en el mini-estudio donde ya llevan un buen rato Kelly y Lucía Caramés, lo único realmente complicado es encontrar el sitio en cuestión, cosa que solo saben en un bar al lado de un asador de pollos. Dicen que Patricio Barandiarán llegó a meterse en otra casa, una particular, y la verdad es que me parece bastante verosímil.
Solucionado el problema de la ubicación, el resto es muy sencillo, es hacer lo de siempre. El programa se graba en un falso directo y empieza con media hora dedicada a Lucía Caramés y su nuevo disco. Lo primero que me dice Lucía al llegar es "Yo te conozco, ¿no?" y como yo tampoco la reconozco del todo hasta que Kika no dice su nombre en antena, me limito a sonreír y decir: "Supongo que sí", lo que me invita a pensar que en algún momento de mi vida fui otro, sin terminar de recordar exactamente quién, pero alguien inclasificable que vagaba por bares de cantautores sin tener bien claro de quién era amigo y de quién no.
Todo aquello culminó en una novela y la novela se terminó de escribir en 2010, así que recuerdo lo justo.
De hecho, mi intervención tiene que ver con Unfollow, una cortesía de Kika y Kelly, pero también se supone que debería hacer comentarios a la agenda semanal, cosa que me es imposible porque no hay tiempo y porque estoy completamente desconectado de la agenda semanal. Cuando me preguntan por mi cantautor favorito menciono a Jorge Marazu porque le estuve viendo el viernes y cuando me piden una canción elijo una de Lichis porque estuve con él el sábado. Son los restos del naufragio.
No sé cómo quedará la cosa desde fuera pero por momentos me siento ausente, como si siguiera siendo otro o si estuviera con un pie en dos ciudades distintas. Me quedo callado demasiado rato, no encuentro las palabras exactas. Hablo y escribo demasiado de mí y me estoy hartando a marchas forzadas. Sin embargo, cuando todo acaba, Kika me da un abrazo enorme y me dice "Te leo muy feliz", algo que probablemente sea verdad, porque sí, soy bastante feliz desde hace diez meses y medio, pero no soy consciente de estar demostrándolo tan a menudo como para que Kika, desde una cierta distancia, se dé cuenta.
Más que nada porque es una felicidad extraña, agobiante. Una felicidad de contar las estaciones de Hortaleza a Avenida de América, luego de Avenida de América a Arganzuela-Planetario y al llegar besar mil veces a la Chica Diploma... e inmediatamente ponerme a revisar escrutinios para posts, artículos, tweets, entradas de Facebook, es decir, de nuevo, yo asolándolo todo como si mi vida fuera una película de Bayona.