miércoles, octubre 24, 2012

El Tour de 1987: 25 etapas y un prólogo de duelo Roche-Delgado



Jueves, 23 de julio de 1987. Pedro Delgado llega exhausto a la meta de La Plagne, tirando de riñones y enfundado en su jersey amarillo. Instintivamente, mira hacia atrás: la última referencia que conocemos, a 5 kilómetros de la llegada, habla de un minuto de diferencia sobre Stephen Roche. Un minuto es exactamente lo que necesita Perico para afrontar con garantías la contrarreloj de Dijon, pero las sensaciones no son buenas: en los últimos dos kilómetros, el español ha agarrado algo parecido a una “pájara”: Fabio Parra le ha adelantado sin problemas cuando también andaba a unos 45” pocos metros antes y ha acabado la etapa con dieciocho segundos de ventaja sobre el segoviano.

En el pódium ya se prepara Laurent Fignon, ganador de la etapa en un sprint larguísimo contra Anselmo Fuerte, que golpea con rabia su manillar, harto de repetir segundos puestos en las etapas alpinas de un Tour completamente loco, sin duda el más emocionante en muchos años, el más abierto tras la retirada de Hinault y la baja de Greg LeMond por su accidente de caza. Delgado tiene 25” de ventaja en la general sobre el irlandés y quizá la necesidad le ha hecho precipitarse con ese ataque a 15 kilómetros de la cima. La necesidad y la adrenalina, después de perseguir durante más de una hora y media al grupo de Roche, escapado en un falso llano con un grupo del que tiraban como locos dos ciclistas de Fagor —el español Pedro Muñoz entre ellos—. Fagor , precisamente, sería el siguiente equipo del irlandés, harto ya de las guerras internas con Visentini en el Carrera.

Perico mira hacia atrás y junto a él media España. Es la primera vez desde 1973 que un español tiene verdaderas opciones de ganar el Tour. Antes de él solo quedan los imponentes nombres de Federico Martín Bahamontes y Luis Ocaña. No ha dado tiempo casi a poner el cronómetro en marcha cuando vemos a Stephen Roche tomar la curva y acercarse a la rueda de Delgado. Tras una aceleración descomunal y agónica a la vez consigue llegar con solo cuatro segundos de desventaja, que serán catorce por una pequeña sanción que los jueces le impondrán por avituallamiento indebido.

El palo es enorme. Los aficionados se tiran de los pelos mientras Roche se lanza al suelo, la mirada perdida, pidiendo oxígeno. Sabe que ha ganado medio Tour de Francia, que su experiencia como rodador y contrarrelojista le darán en Dijon lo que lleva tres semanas acechando. Con todo, en el PDM, el equipo de Perico, todavía apelan al milagro. Ha sido un Tour de exhibiciones y desfondamientos continuos. Los tiempos anteriores a la EPO. Aquí, los burros son burros y los caballos de carrera son caballos de carrera… y ni siquiera todos los días. Un Tour loco, completamente incontrolable, que empezó en Berlin el 1 de julio con un pequeño prólogo y acabará veinticinco días más tarde en París, como cada año. El mejor Tour que he visto en mi vida. Un Tour generacional, hasta cierto punto, y el primero de los tres que pudo ganar Delgado.

Los favoritos de un Tour sin favoritos

En la línea de salida de Berlín se dan cita varios favoritos pero pocos campeones. Ahí está Fignon, tratando de volver a los tiempos de esplendor del Peugeot de Cyrille Guimard, con el que ganara los Tours de 1983 y 1984 antes de que las lesiones y una vida muy disipada le alejaran de los primeros puestos de la clasificación. Las otras dos grandes esperanzas francesas son dos jóvenes prometedores: Jean-François Bernard, del Toshiba, y Charly Mottet, combativo corredor del System U, compañero de equipo de Fignon. Junto a ellos, un reguero de ciclistas con méritos suficientes pero que dejan dudas: Sean Kelly lleva años metido en el top 10 de Vuelta y Tour, pero sin dar el paso necesario en las etapas de montaña… justo lo contrario de lo que le pasa a Lucho Herrera, flamante vencedor de la Vuelta a España de ese año, pero cuyas prestaciones contra el reloj le dejan fuera de las quinielas al triunfo. Hampsten y Alcalá, del 7-Eleven, pueden ser amenazas puntuales y tampoco hay que descartar de entrada ni a Urs Zimmerman ni al jovencísimo Erik Breukink ni mucho menos al otro gran colombiano, Fabio Parra, algo mejor contrarrelojista que Herrera aunque menos espectacular en las cumbres.

La “Armada española” presenta una participación de lujo: hasta cinco equipos empiezan el Tour con distintas expectativas...

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