Pancho menciona "Zumo de neón" en su libro y yo lo que recuerdo es una noche en una sala VIP de una discoteca de Leganés, con otros dos adolescentes, gritando a todo trapo aquello de "El club del desengaño, de madrugada está superpoblado". Aquella era nuestra madrugada y nuestro desengaño porque al adolescente todo en el mundo le pertenece. Bruno y Juan Ramón estaban enamorados de dos chicas de nuestra clase y yo de una tercera. De los tres, el único que no había conseguido nada con su objeto de desengaño era yo, cosa que por un lado era triste pero por otro lado mi desengaño -al no haber engaño anterior- logicamente era mucho menor.
Dos de las tres están casadas y tienen hijos. La tercera vive en Zurich. A mí me encantaría vivir en Zurich. O en Fribourg. O en Basilea.
Mis recuerdos sabineros son sobre todo recuerdos de infancia: una noche en el Parque de Berlin, fiestas de otoño en el Barrio de Prosperidad, Joaquín dedicandome "La tercera guerra mundial" porque era una época en la que yo solo tenía siete años y por las noches soñaba con inmensos hongos radioactivos. La época de Reagan y Andropov, de Reagan y Chernienko. Sesiones de grabación en el cuarto de mi tío en casa de la abuela: un montón de niños gritando "cuernos, cuernos, cuernos" como un coro extraño. Mi rebeldía habitual, o más que rebeldía mi afán por ser el especialito. Mi tío quería voces de niño y yo tenía once años y quería pertenecer prematuramente a la preadolescencia. Al final pusieron a unos cuantos treintañeros, que probablemente sea la edad más infantil de la vida de un hombre.
Más cosas: estudios de grabación. "La canción de las noches perdidas". No entendía "La canción de las noches perdidas" y mi tío y mi madre estaban empeñados en que algún día la entendería e incluso me podría gustar. Tenían razón. Solo tres años más tarde todas las noches eran noches langosta, noches de discoteca de Leganés y un concierto tras un cristal. Estuve con mi hermano cuando grabaron "Esta noche contigo" y algo de "El rockandroll de los idiotas". A Pancho le parecía que "Es mentira" podría tener un aire brit-pop, algo estilo Blur. A su mujer y probablemente a él le encantaban Blur y Oasis. Hablamos de jugar un partido de fútbol: fans de Blur contra fans de Oasis, pero los de Oasis éramos pocos y además también adorábamos a Blur, así que aquello iba a parecer un Alemania-Austria de 1982.
Después, poco mas. Una habitación de un hotel de Santander viendo la final de los Juegos Olímpicos entre Argentina y Nigeria. El "Piojo" López incapaz de pasar de la medalla de plata, junto a los Almeyda, Crespo y compañía. Yo ahí ya era casi un post-adolescente pero aun así un desconocido para Ariel Rot o Andrés Calamaro, que se desesperaban y que luego teloneaban a Joaquín en la Plaza de Toros o en La Magdalena, no lo recuerdo. Lo último, quizás, aquel año 2006 y los backstage de Salamanca y Sant Feliu de Guixols, con la Chica Enigma.
En el último concierto de Sabina no vi a Sabina pero acabé en el Toni 2 con su hija y los de Pereza, que supongo que tiene más sentido generacional, o eso cree uno hasta que sigue leyendo el libro y descubre que mi tío ya acababa hace 30 años sus noches en el "Lady Pepa", con lo que especial, lo que se dice especial, lo justo, por mucho que luego me duche y en el iPad suene "El joven aprendiz de pintor" y me parezca una excelente declaración de principios.