Como ven he dejado esperar una semana para afrontar el tema de la huelga de controladores aéreos. Además, ni siquiera voy a hacer un comentario indignado pidiendo lapidaciones ni dimisiones ni acusando a nadie de inútil o chantajista así que igual se aburren un poco. He estado aprovechando el tiempo para leer opiniones. Como se habrán dado cuenta, hubo una ola de acoso masivo a los controladores durante viernes y sábado -ese día, también le tocó sufrir a Guardiola- y a partir del domingo hemos asistido a un reflujo de opinión: el Gobierno se equivocó, los controladores las pasan canutas en su trabajo, cómo es posible que sigamos en estado de alarma...
Bien, yo creo que voy a hablar de otra cosa, pero si se fijan estará relacionado con todo lo anterior. Voy a hablar de los trabajadores privilegiados y el riesgo que supone aplicar la ley en un sentido o en otro según lo "privilegiado" o no del sector afectado. Si recuerdan, una de las principales acusaciones que el Gobierno -y no solo el Gobierno, pero digamos que uno le pide más responsabilidad a un ministro que a un twittero- era que los controladores aéreos tenían unos privilegios económicos que los demás trabajadores no tenían. Aquello fue un error enorme. Nadie puede levantarse sin más de su puesto de trabajo, fingir una enfermedad y paralizar el tráfico aéreo de un país y por lo tanto de parte de un continente en ningún momento -sea puente o no- y bajo ninguna circunstancia económica -cobre mucho o poco-.
La acusación parecía decir: "Hombre, si fueran otros lo entenderíamos, pero que se quejen estos que ganan tanto...". Aquello fue un error mayúsculo porque dejaba inmediatamente abierta la defensa: varios controladores salieron a través de blogs y familiares reflejando en sus nóminas que su sueldo era mucho más bajo que lo que el Gobierno decía y que por lo tanto era todo mentira. Miren, a mí me da igual lo que cobre un controlador aéreo como me da igual lo que cobre un neurocirujano. Si es mucho me alegraré por ellos y si es poco lo lamentaré. Lo que tengo claro es que ni un controlador aéreo puede abandonar su puesto de manera gratuita ni un neurocirujano puede abandonar su operación ni un bombero puede dejar de apagar un fuego porque haya un decreto que dice que...
De la misma manera, ninguno de los dos ha de renunciar a sus derechos por que su sueldo sea mayor o menor, siempre que cumpla escrupulosamente con sus responsabilidades no ya morales, sino legales.
Mezclar los dos debates ha sido un error enorme: los controladores dicen que su decisión no fue caprichosa sino que atendía a razones. Tienen que entender que fueran las razones que fueran, su decisión fue ilegal y temeraria, impropia de alguien que decide ostentar esa responsabilidad. El Gobierno dice que no negocia sobre privilegios. Eso es otra aberración. Claro que hay que revisar decretos y convenios colectivos, a fondo, está claro que hay algo raro que huele fatal en el mundo de los controladores... otra cosa es que muchos, apoyándose en la adrenalina de la masa, hayan decidido actuar como delincuentes, y siento decir esto porque es probable que muchos no vieran en esto más que una última y desesperada opción pero dejémoslo claro una vez más: uno no se puede saltar la ley y poner patas arriba un país por un decreto que no le beneficia. Bajo ningún concepto. Lo siento.
Arreglen la legislación vigente por un lado para que sea más equilibrada y castiguen a los culpables por el otro. No mezclen churras con merinas. Ni son unos caprichosos porque son ricos ni pueden saltarse la legalidad sin más porque su regulación sea injusta.
A estas alturas el debate está tan enfangado que es imposible dejarlo aquí. Se han dicho y se han hecho barbaridades. De entrada, por indignante que fuera el comportamiento de los controladores, en esta sociedad la indignación tiene sus cauces. Uno puede verse injustamente afectado por un problema pero eso no le permite invitar al linchamiento -literal- de quien le ha causado el problema. Luego está el argumento de los "viajeros privilegiados" por parte de los trabajadores, es decir, el varias veces oído: "Os quejáis porque os hemos jodido el puente, señoritos". El espacio aéreo no es patrimonio de un montón de burgueses que se quedan sin vacaciones. No, señores, ustedes saben que parar 24 horas el espacio aéreo de un país supone alterar la vida de cientos de miles de ciudadanos en todo el mundo.
Por supuesto, habría quien querría irse a Mallorca a pasar el puente. También habría quien tuviera que tratarse de una enfermedad, ir a una reunión de trabajo, visitar a un familiar enfermo, volver a su país, venir a este en busca de una oportunidad laboral o vital... El tráfico aéreo no es exclusiva de unos ricos caprichosos. El tráfico aéreo ahora mismo es básico en cualquier país y cortarlo, sin más, dejando a gente durante días sin dinero, sin casa, durmiendo por las esquinas no se puede camuflar con una sonrisa de "yo no tengo vacaciones, ahora tú tampoco".
Es el problema de los privilegios: pasamos de los controladores privilegiados a los viajeros privilegiados y al final entre muecas de displicencia aquí nadie negocia nada con nadie.
Que lo arregle la Guardia Civil.