Parece que a muchos les ha cogido con el pie cambiado la votación que ha dejado a Messi, Iniesta y Xavi como finalistas del Balón de Oro 2010. No sólo los tres son del mismo equipo sino que pertenecen a una misma cantera, hecho que, probablemente, no haya sucedido jamás. Es un reconocimiento a los dos últimos años de juego del Barcelona y de la selección española. Un reconocimiento mayúsculo que invita a congraciarse con el mundo: parece que ellos sí ven los partidos de fútbol y no se limitan a polemizar antes y después de los mismos.
No es lo que sucede aquí: el periodismo deportivo español, en Madrid y en Barcelona, se ha convertido en un barullo ruidoso de gritos e indignaciones donde lo último que importan son los jugadores y el balón. ¿Es posible hacer periodismo deportivo ignorando por completo el deporte? Por lo visto, sí. Con honrosas excepciones, la prensa y el aficionado han desviado su punto de atención de los 90 minutos de partido a las horas previas y posteriores. El último ejemplo en el pasado Osasuna-Barcelona. Sólo se habló del viaje en autobús durante horas, buscando culpables, conspiraciones, prepotencias y al día siguiente las portadas fueron a una frase de Guardiola que al parecer no gustó. En medio hubo un partido, sí, pero nadie se ocupó de contárnoslo.
Algo parecido le pasó al Madrid: después de la goleada en el Camp Nou, recibe a un buen equipo como el Valencia, en un partido trampa con lesionados y sancionados y consigue salir airoso. ¿De qué se habla? De Albelda, de Mourinho, de un presidente que se mete con el árbitro... Sueño con un periodismo deportivo que hable de deporte, que se interese por el deporte y aprenda a tratar todo lo que le rodea como lo que es: un apéndice. Si no se hubiera sepultado el juego del Barcelona en los últimos años bajo villaratos, guardiolatos, canguelos e Iturraldes, la noticia de hoy no sería ninguna sorpresa. Desgraciadamente, lo es. Teníamos a los tres mejores jugadores del mundo en un mismo equipo, estaban jugando delante de nuestras narices y no nos habíamos dado cuenta, pensábamos que era todo culpa de Undiano Mallenco.
Por supuesto, había otros candidatos cuya presencia en el podium no hubiera desentonado. Sneijder era el favorito para muchos, pero recordemos una cosa: Sneijder jugó el año pasado cinco veces contra Xavi e Iniesta y sólo les ganó una vez. Perdió tres. Ganó el triplete con el Inter, pero el jugador decisivo en las tres finales fue Diego Milito, que marcó en el último partido de liga, copa y Champions League. Además, su juego tras el Mundial se ha venido abajo, todo lo contrario del de Messi, Iniesta y Xavi. Esas cosas cuentan.
Aparte de Sneijder yo echo de menos a Casillas, que espero que tarde o temprano alcance el reconocimiento que merece. Es prácticamente imposible que un portero gane un premio de este tipo, pero si alguien lo merece es Iker: Campeón de Europa y del Mundo con la selección y dos veces campeón de Champions con su club, siendo decisivo en todas las competiciones desde hace diez años. Esos para mí serían los cinco primeros, luego podemos detenernos en los Villa, Robben, Forlán... y estaremos de acuerdo en que la cosecha de este año ha sido de todo menos mediocre.
¿Por qué han podido al final los tres del Barça? Iniesta y Xavi por su doble condición de campeones vigentes del mundo en club y selección, aparte de por ser unos jugadores impresionantes. Messi porque lleva 56 goles en este año y fue decisivo en el título de liga y el Mundialito de Clubs. Porque es el mejor del mundo, en definitiva, aunque para darse cuenta de eso hay que ver los partidos, claro, y verlos indignado no es la mejor manera de apreciar los detalles. ¿Sería posible otra terna? Sin duda. Esta es la que hay y a mí me parece bien. Mi orden sería Xavi-Messi-Iniesta pero parece que será Iniesta-Xavi-Messi. Imposible ponernos a todos de acuerdo.
Esto no es ningún palo al Real Madrid, todo lo contrario. Que el Barcelona cope con sus jugadores el palmarés da aún más mérito las heroicas luchas que el equipo blanco ha mantenido en las dos últimas temporadas, donde el Barça de Guardiola ha tenido que luchar casi hasta el último partido para proclamarse campeón.
La grandeza de tu enemigo no te hace más pequeño, al revés, te obliga a colocarte a su altura.
BONUS TRACK: Mi primera colaboración con Fiebre de Fútbol,
la crónica del Osasuna-Barcelona