JMM tenía algún tipo de minusvalía. Nunca llegó a explicar cuál y si lo llegó a explicar yo nunca llegué a leerlo. Quizás la minusvalía fuera real o quizás solo fuera una defensa ante los que le llamaban friki y se metían con él porque se pasaba el día viendo Gran Hermano y comentándolo en los foros de Terra para todos los demás frikis que ni siquiera nos pasábamos el día viendo Gran Hermano, sino leyéndolo post a post, en plan "3.15 Marina le dice a Jorge que pele las patatas".
Ahora, todo esto puede resultar absurdo y decadente, pero yo por entonces era un joven impresionable y mi novia trabajaba en las páginas de televisión de un periódico nacional y juntos habíamos vaticinado el fracaso de la fórmula telerreal antes de caer inmediatamente fulminados ante su poderío. Mi primer ataque de ansiedad, de hecho, clínicamente hablando al menos y suficientemente prolongado, se dio el mismo día del estreno del programa, sin vinculación aparente.
A todos nosotros, los jóvenes impresionables con y sin novia y a muchos otros, el hecho de que Marina le dijera a Jorge que pelara las patatas nos abría un nuevo mundo de posibilidades y situaciones que no llegaríamos a vivir -manipulados, pensábamos- hasta el resumen del día siguiente. JMM nos lo contaba, mientras, las siestas y las piscinas y las conspiraciones y cuando él descansaba, llegaba Pericoloco y nos hacía sus valoraciones. Gente de Vía Digital y mucho tiempo libre.
Pericoloco no tenía ninguna minusvalía que le impidiera hacer una vida normal y le atara al sofá delante del televisor y el teclado. Pericoloco no tenía perdón de dios, en una frase. Pericoloco se hizo su propia página personal y colgaba sus resúmenes y sus partes horarios. Aquello era la guerra y teníamos que estar bien informados. JMM se conformó con su propio foro, en Melodysoft, creo recordar y quizás abrió una página propia más adelante, pero de eso no me acuerdo porque mi novia me dejó y algunas cosas perdieron sentido.
Eran tiempos sin ADSL. Yo no tenía ADSL en casa, por lo menos. Había que elegir entre la línea de voz y la línea de datos y si yo elegía datos, especialmente por la noche, cuando volvía de la Universidad, mi abuela se enfadaba porque ella quería voz, claro, y siempre se preocupaba por quién podría haber llamado con esa urgencia de los adolescentes y los ancianos que impide ver que quien te llama una vez probablemente te vaya a llamar como mínimo cinco veces antes de rendirse.
En resumen, que todo era un poco precario y furtivo: conexiones rápidas, lecturas de resúmenes y alguna pasada por las cámaras que Telecinco había colgado en su web pero que ningún módem del año 2000 podía procesar a la velocidad necesaria para advertir algo. JMM y Pericoloco filtrando la filtración y nosotros ahí, como idiotas, votando en cualquier página si queríamos que se fuera María José o Vanessa.
Como idiotas, esa es la expresión adecuada.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
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