sábado, julio 19, 2008

Conjuntivitis vírica


Empecemos por el lunes, que fue el primero de los seis días sin escribir aquí: me levanto por la madrugada con un intenso picor en el ojo derecho. Serían eso de las seis de la mañana o por ahí. Después del picor, noto un dolor, como una rozadura dentro del párpado. Un cuerpo extraño, que dice la jerga.

Duermo un rato más y me levanto con más dolor y una leve irritación. Orzuelo, pienso, y voy a Urgencias de Nuestra Señora de América. Espero un rato y una doctora terriblemente borde me dice que no es un orzuelo sino una irritación y me manda un colirio: Maxitrol. Yo tengo un problema con los colirios, ya saben, y es que a veces me dan alergia. Bueno, una vez me dio alergia y no recuerdo cuál era, si llevaba corticoides o antiinflamatorios o antibióticos o qué...

Así que empieza el pánico: me echo el colirio pero sin confianza. La conjuntivitis avanza, el ojo enrojece. Pese a todo, me veo una etapa del Tour, voy a la Escuela Oficial de Idiomas para comprobar que -sí, señores- he aprobado las Oposiciones -el examen, me refiero, la plaza es otra cosa-, voy al concierto de Emite Poqito, me tomo un bocata de lomo... y cuando ya no puedo más, vuelvo a Urgencias del mismo sitio, donde una señora, algo más amable, me dice que tengo una conjuntivitis vírica, que da igual el colirio que tome porque no me va a hacer nada, sólo aliviarme, y que me quedan 10-15 días de infinita paciencia.

Me riega el ojo con un líquido para refrescarlo y me lo acaba dejando aún más rojo e hinchado.

El martes es un día doloroso. Ojo completamente rojo y párpados hinchados. Cuando cae la noche, observo que me están empezando a salir unos bultitos en la parte baja del párpado. Como burda excusa, me paso por Urgencias por tercera vez. La oftalmóloga -la misma del primer día- me insiste en que tengo una conjuntivitis vírica, que no hay herpes ni nada semejante y que, por favor, deje de ir a Urgencias o por lo menos cambie de clínica.

Sin embargo, el miércoles tengo el ojo más hinchado y me llora todo el rato. Voy a los sitios con gafas de sol. Bajo una horita a tomar algo con Pablo Ager y Dani Flaco al VIPS que está al lado de mi casa pero las paso putas para enfocar y estar centrado. Compro Zovirax, pero cada vez que me lo echo, agravo la conjuntivitis, así que decido pedir hora en el médico de cabecera, que, sorprendentemente, me dan para el día siguiente.

Me levanto a las 6,30 de la mañana con los párpados pegados. Es el día 4 de la conjuntivitis. Las previsiones más optimistas hablaban de una semana, es decir, quedan tres días. Mi médico de cabecera no las tiene todas consigo: no le gusta ese herpes ni su relación con la conjuntiva. Me mira bien y me da un volante para que vaya... a Urgencias. Cuatro veces en tres días, récord absoluto. En Urgencias de La Princesa -entrañable lugar- me atienden más lento pero mejor. El tipo se ve que sabe lo que hace: conjuntivitis vírica, sí, sin daño en el ojo. Nada de meterse mierda de colirios -textual- y el herpes lo cuido con Aciclovir y sulfato de zinc.

Me echa otro liquidito, amarillo, que esta vez me alivia de todos los dolores. Estoy eufórico. Con mis gafas de sol -bueno, las de mi hermana- paseo por el bello barrio de Diego de León y pienso en comerme un pollo asado, pero son sólo las 11 de la mañana.

Hago planes y contesto emails, por primera vez en tres días. Pienso en lo que me he perdido: la obra de Ajito del martes, el concierto de Rafa Pons del mismo martes, el concierto de Lichis en Galileo del miércoles... pero confío en poder, de alguna manera, estar en el resto de compromisos: Georgina, en el Búho Real el jueves o MensO en Costello y sobre todo el Summercase, el gran evento del año para el que tengo comprado el abono desde hace cuatro meses, con un listado completo de los grupos que quiero ver, hora por hora...

... A las dos de la tarde, con el efecto anestésico fuera, me doy cuenta de que va a ser imposible. Le pido a mi hermano que coloque la entrada, vuelvo a mi sofá a llorar -literalmente, no puedo hacer otra cosa, una cuestión orgánica- legañas y dormir mini-siestas, veo algo de golf, intento seguir alguna peli... El ojo mejora con el Zovirax y según baja la hinchazón del herpes, baja el enrojecimiento y el párpado tiene un aspecto normal.

El viernes despierto mejor. No me escuece cuando me ducho. Me limpio con suero, me tomo mis pastillas y voy sumando gasas y gasas llenas de todo tipo de líquidos. Si la policía francesa entrara en mi cuarto de baño me llevarían de cabeza con Riccardo Riccò. Salgo a dar una vuelta y tomar un pincho de tortilla en una terraza de Príncipe de Vergara. Estoy de mejor humor. Estos días, además, he aprovechado para hacer mucha bicicleta y me siento cansado pero en forma, ya saben lo que les digo. Algo tirado por los medicamentos y el agobio, pero con adrenalina para tirar hacia adelante.

Pienso en que ir al Summercase es una locura, con el polvo y la arena y la aglomeración y las diez horas de conciertos diarios, pero que sí puedo ir al Honky a ver al padre de la Chica Portada.

Nuevo error: no puedo. De repente, no puedo moverme. Me muero de sueño y de agotamiento, un bajón físico y mental que coincide con la recuperación de la vista. Intento escribir este mismo post, pero no lo consigo. Lo dejo para hoy. Hoy me levanto con el ojo un poquito hinchado pero no mucho, el herpes convertido en pequeñas vesículas resistentes al sulfato de zinc, el blanco del ojo derecho se adivina detrás de las venas... hablo con mi tío Pancho y decido ir a verle a Galileo. Es a las 10 y en un sitio cerrado. Mal se tiene que dar.

Estoy sorprendentemente cansado y con dolor de piernas y entrepierna por la bici. Me arrastro por mi casa, sin querer hacer nada, sin sentirme capaz de hacer nada, como si el virus hubiera acabado con mis últimas resistencias después del palizón Oposiciones-WWE Magazine. Me decido explicar esto. Un poco a ustedes, un poco a mí. Re-estructuro la agenda para el resto de los días. Vacaciones de verdad, espero.

¿Saben una cosa que sí he aprendido de esto? Que tres días sin poder mirar Internet son una bendición. No se hacen a la idea. ¡Qué ausencia total de responsabilidades! En cualquier caso, parece que he vuelto. O eso espero.