jueves, julio 10, 2008

Being Boring


Esta mañana han puesto un vídeo de mi infancia y pre-adolescencia en VH1. Un vídeo que duraba una hora y que empezaba con "Being boring", y ese vídeo precioso en el que un montón de quinceañeros se enamoran y se besan y se rozan y todo es un mundo lleno de fiestas y colores y alegría, como no puede ser de otra manera a esa edad y en un vídeo de Pet Shop Boys.

Reconozco que me enamoré de ese vídeo en su momento: 1991. Me enamoré de ese vídeo igual que todos, creo recordar. Incluso nuestra profesora de inglés lo comentaba en clase. Teníamos 14 años y queríamos ser eso. Yo creo que, ahora, tener 14 años es otra cosa. Cuestión de oferta y demanda. La oferta de entonces no era la misma. La oferta eran más bien sueños y vídeo-clips y canciones de los Beatles y los Beach Boys.

Eso es lo que a mí me ofrecían, claro, y aquella frase del final de la canción: "I´d just hope instead of dreams, you´d be sitting somewhere here with me."

Es complicado encontrar un grupo que hiciera mejores canciones adolescentes y tristes que los Pet Shop Boys en su época pre-locazas. La época locazas tiene sus cosas buenas, pero, en general, es exagerada. Me gustaba más el rollo "West end girls", "It couldn´t happen here", "King´s Cross", "Domino Dancing", "Left to my own devices"... Incluso "Jeaulosy" o "DJ Culture", que es una canción espectacular.

Los Pet Shop Boys son mi infancia y pre-adolescencia, igual que Nirvana es mi post-adolescencia y buena parte de mi juventud. Nadie ha hecho unos vídeos tan gays y a la vez tan bonitos, con esas chicas preciosas y esos tipos llenos de músculos. Uno se pasaba el día enamorándose viendo los vídeos de los Pet Shop Boys. Soñando. Luego empezaron con los conos aquellos y todo el universo "Go West!", pero durante unos años, pongamos siete-ocho años, Neil Tennant y Chris Lowe fueron de lo mejor que había en el mundo de la música.

Y recordarlo, así, de repente, esta mañana, aquella clase del Willoughby, o el piso de abajo de una casa en Ramos Carrión, o las manos que se cogen en un parque de atracciones o toda la cantidad de sueños que se quedaron en nada -porque, señores, no se fíen de Paul McCartney, es un mentiroso compulsivo- me ha puesto ligeramente la carne de gallina.

Melancolía.