Segundo Fuera de Contexto en el Costello. Una mala planificación. Algo dejado. Prueba de sonido a las seis y media y charla opositora hasta las nueve. Una Coca-Cola de más. Pequeña taquicardia. Ensayos, cero. En el Costello la encargada nos dice que tenemos hasta las once, como mucho hasta las once y cuarto. Es un pequeño desastre porque el otro día empezamos a las diez y media y estuvimos más de una hora y cuarto. El nuevo horario -que no es nuevo, es lo habitual, lo que debería haber sido desde el principio- nos obliga a empezar a las diez y no sé quién va a estar a las diez.
Ni siquiera yo contaba con estar a las diez.
Además, hay fútbol.
Me da un ataque de ansiedad. Horroroso. Cuando recito y cuando no recito. Nadie se da cuenta. No entiendo por qué pero nadie se da cuenta. Sonrío, soy encantador, recito, bebo agua, me sujeto al micrófono para no caerme, y hago como que es un recurso de orador. La gente aplaude, yo ingiero ansiolíticos. Le toca el turno a Emite Poqito, que está soberbia, luego a Laura, que ha tenido que reducir la cantidad de poemas por las prisas. Luego, Alfon, elegante y sobrio. Estoy contento de que estén ahí y tengo la sensación de que me han salvado. De que han salvado el espectáculo, pero sobre todo a mí, que estoy superado.
Sólo que ahora me toca volver a leer y no hago más que sudar por la nuca. Empapado, me siento en el taburete, frente a los focos, sin poder distinguir caras y recito poesías. Tres. Cuatro poesías. Pienso en el desmayo como opción pero llego a la quinta y acabo. Una chica me escribe "se te vio suelto, tranquilo y socarrón". So fucking charming. Ese es el que yo parezco y este es el que yo soy. "Hasta yo sé que no soy yo", dice mi última poesía, y aquí el ejemplo. El que soy yo se mete en el camerino a echarse agua. Agua sobre agua. La gente aplaude a Alfon de nuevo, aplaude a Laura, que está magnífica y se queda de piedra cuando Emite Poqito acaba con "No me quiero enamorar del mal" y "El día llegó".
Para entonces, el ataque de ansiedad ha pasado. Todo el mundo está contento. Arriba y abajo. Nosotros y ellos. Yo, en mis múltiples versiones. Sonrisas y alegrías. Y sólo puedo darles las gracias, a los de arriba por estar ahí conmigo y ayudarme, aunque no supieran nada. A los de abajo, por estar, casi 40 personas en un martes de julio, una locura, y por tener tanta confianza en mí que ni siquiera contemplan la posibilidad de que en vez de jodidamente encantador sea jodidamente frágil. Sure we all make mistakes, but people see me so large they think I´m immune to pain.
Lo dicho, gracias y de corazón. Del que lo parece y del que lo es. A Alfon, a Laura, a Julia, a Andre, a Alma, a la otra Laura, a Vega, a Álida, a Fer, a Gloria, a Gure, a Simón, a Clara, a Dani, a Irene, a Nieve, a Aída, a Tere, a Guille, a Jorge, a José Manuel, a Ceci, a todos los que ahora no recuerdo o no conozco y a todos los que sé que hubieran venido si hubieran podido.
El 7 de septiembre es nuestro aniversario. Y estaremos ahí arriba de nuevo, pase lo que pase. Porque merece la pena.
Pronto, fotos y vídeos, cortesía de Andrea Aller, esa delicia de muchacha gallega.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 1 hora