domingo, abril 10, 2011

Barcelona 3- Almería 1


Cuando Iker Casillas sale después de un pinchazo del Real Madrid y dice aquello de “Hemos tirado la primera parte”, se refiere a cosas como la de este sábado del Barcelona ante el Almería. Ya pudo Guardiola desgañitarse desde la banda y avisar en todas las ruedas de prensa previas: el equipo salió desmotivado, apático, como molesto por tener que jugar otra vez, solo tres días después del esfuerzo enorme ante el Shakhtar. Por supuesto, tuvo posesión y alguna oportunidad suelta pero por momentos llegó a verse arrinconado por la presión del Almería, otra vez arriba, cerrando el medio y dejando la banda abierta como mal menor, sabedor de que sin Pedro este Barça no es lo mismo.

Porque no lo es, de ninguna manera. Las defensas pueden cerrarse alrededor de Messi, Iniesta y Xavi por varias razones: la secundaria, que Villa sigue desaparecido en combate y el pobre Bojan, que tuvo veinticinco minutos esperanzadores, acabó lesionado; la principal, que nadie abre la banda derecha más allá de las internadas de Dani Alves. Eso sirve a menudo, de acuerdo, pero a costa de dejar huecos permanentes atrás y resultar bastante previsible en la combinación.

Con Pedro en forma todo sería distinto, él ha hecho fortuna de los arrastres al centro para definir llegando desde la derecha, pero su lesión –una pubalgia- es suficientemente molesta como para pensar en una recuperación explosiva e inmediata. El canario está lento, poco activo y cogiendo aún minutos de cara al final de temporada.

El descanso mejoró mucho el partido. Villa tuvo el 1-0 en una jugada cantada pero volvió a fallar y la estrelló en el poste. Lo del asturiano ya es motivo de alarma. No es una cuestión de partidos consecutivos sin marcar sino de actitud en el campo: sigue torpe, cayendo en constantes fueras de juego, poco concentrado en su posición e incapaz de definir como ha hecho toda la vida. Se le espera, por supuesto, pero ya hemos llegado al momento por el que se pagaron 40 millones por él y tiene que empezar a dar señales de vida. Sin él, es imposible que el Barcelona asalte la Copa y la Champions.

Tras el fallo de Villa, llegó el gol del Almería, una lección de cómo no defender tras sacar un córner. Piqué y Álves, los dos, se quedaron arriba, Mascherano no fijó a nadie y la cosa acabó en un dos contra uno en el que el defensor no solo estaba mal colocado sino que era Milito. Lógicamente, Corona aprovechó para marcar el 0-1, premio posiblemente inmerecido para un equipo que solo había disparado una vez antes a portería pero castigo de sobra justificado para un Barcelona perezoso y haragán.

Todo podría haber cambiado entonces, pero no lo hizo: al minuto, en otro giro del destino, Villa se internó en el área y Diego Alves midió mal su salida. Si no fue penalti, lo pareció lo suficiente para que el árbitro picara. Puede que el contacto no sea suficiente para derribar al delantero pero la pregunta en estos casos es dónde demonios iba el portero en una jugada sin aparente peligro. Messi anotó el 1-1 y minutos después dio el 2-1 a Thiago en un saque de esquina. No fue espectacular ni mucho menos pero, como recuerda Mister Chip, fue la decimoctava del argentino en lo que va de liga, un record absoluto desde que se cuentan estas jugadas.

Además, es Pichichi y Bota de Oro con 29 goles en 31 jornadas. Criatura.

El gol de Thiago no animó en nada al Barça, al contrario, lo devolvió a la primera parte: imprecisiones, circulación lentísima, problemas en la salida de balón… Villa tuvo el 3-1 pero no acertó: en total, los locales acumularon hasta 20 disparos a portería sin dar una verdadera sensación de peligro. Tampoco la dio el Almería y el partido se disponía a agonizar cuando en una jugada desafortunada, Messi redondeó el marcador, ya en el descuento y cuando el Almería se preparaba para algo parecido a un asedio por alto.

En total, dos goles y una asistencia del 10, que dan tres puntos a su equipo y enfilan un poco más la liga. Ocho puntos a falta de siete jornadas parece una diferencia insalvable para un equipo que se ha dejado nueve en las treinta y una anteriores.