Hay un dato clave para analizar lo que le está pasando al Barcelona: en sus últimas cinco jornadas de liga más la ida de los cuartos de la Champions ni Messi ni Villa ni Pedro han marcado un solo gol. Tanto MVP para esto. Tenemos dos lecturas: obviamente, la primera, negativa, están lejos de su mejor forma. La segunda, muy positiva, sin sus goles y sin actuaciones estelares –aunque ver a Messi jugar al primer toque siempre sea una delicia- el Barça ha sentenciado la liga y su pase a semifinales.
De la recuperación de sus tres estrellas dependerá el futuro de la temporada. Si a lo visto en la noche del miércoles ante el Shakhtar Donetsk le hubiéramos añadido un Villa incisivo, un Messi más explosivo y un Pedro sin pubalgia, la goleada podría haber sido de escándalo. Si además le sumáramos la posible recuperación de Puyol –sus molestias en la rodilla a veces disminuyen, a veces aumentan, sin que los médicos consigan saber qué demonios pasa ahí- probablemente la contundencia defensiva les haría imbatibles.
De momento, el Barça tiene que apañarse con lo que hay y por lo que se ve no es poco: el Shakhtar empezó dando una enorme sensación de peligro, con varias oportunidades por velocidad que pudieron acabar en uno contra uno pero que, por torpeza o por inexperiencia, terminaron en el limbo. Antes, Iniesta había marcado el 1-0 y eso daba un colchón, pero la sensación de pánico se respiraba en el Camp Nou, parecía que los ucranianos eran tan buenos como Guardiola decía y las llegadas se acumulaban, la mayoría después de pérdida en la salida del balón y con una lentitud de Piqué exasperante.
En cualquier caso, el gol visitante no llegó, y cuando las piernas dejaron de responder con tanta eficacia, el Barcelona pudo salir mejor, tocar, hacerse con el mando e Iniesta le regaló el segundo gol a Alves. Iniesta, el mismo que ganó casi él solo –vale, Villa marcó los goles- a la República Checa y el mismo que está asumiendo la responsabilidad durante este claro bajón de Messi. Si ahora mismo no es el mejor jugador del mundo le falta muy poco. Es impresionante que lo haga todo bien.
El 2-0 dibujó un partido distinto. El Shakhtar seguía siendo peligroso en el área contraria pero casi más en la propia. Su salida de balón fue lamentable, permitiendo opciones claras de cuatro contra tres, cinco contra cuatro, en las que el Barcelona se siente tan cómodo. Alves se instaló como extremo para lo bueno y para lo malo. A veces estuvo fallón en las coberturas y las entregas y se empeñó en ocupar una posición en el medio que no le corresponde. Eso sí, cuando hizo lo que debía, fue decisivo.
La inocencia ucraniana llegó hasta el punto de que el Barcelona marcó el 3-0 en un corner, algo muy poco habitual. Lo marcó Piqué y esta vez de forma legal, rematando completamente solo en el punto de penalti. Resultaba exasperante para Lucescu: su equipo había sido valiente, había presionado, había puesto en claro peligro al Barcelona… y tenía un 3-0 en contra. Todo pudo cambiar en segundos: Iniesta se creció y forzó una amarilla quizás antes de tiempo, minuto 65 de partido. En esa misma falta, nuevo error defensivo del Barcelona y gol de Rakitskiy, para colocar un 3-1 inquietante.
El susto se quedó en eso. Nada más sacar del centro del campo, nueva recuperación, oleada dirigida por Messi y zurdazo de Keita a la escuadra. Las cosas como estaban: 4-1. No fue el único giro del destino dentro de un partido enloquecido, algo extraño en el Barcelona, que suele construir sus triunfos desde la entereza defensiva y el control absoluto del tiempo y el ritmo. El Shakhtar lo siguió intentando con la entrada de Fernandinho y Luiz Adriano tiró un balón al poste que solo el bote del césped impidió que fuera gol. En la siguiente jugada, Messi marcaba ligeramente adelantado. El árbitro lo anuló correctamente.
De 4-1 pudimos pasar a 5-2 en segundos pero lo que hicimos fue dejarlo en 5-1. Nueva jugada de ventaja posicional del Barça, Alves entra hasta donde le dejan y pasa en raso, con toda la tranquilidad del mundo a Xavi para que, llegando desde atrás completamente solo y casi en el área pequeña empuje a gol. ¿La defensa ucraniana? Pues yo tampoco lo sé, pero muy centrada, no.
Dudar ahora mismo de una semifinal R.Madrid-Barcelona sería absurdo. De lo del Madrid no me cabe duda alguna. Puede que el Barça pase algún apuro por aquello de que el partido será tan enloquecido como en la ida y de repente te puedes ver 0-2 arriba como 2-0 abajo. Pero 4-0 se me antoja una barbaridad. Lo normal es que ambos, sin excesos pero sin confianzas, se citen en penúltima ronda, como sucediera en 2002.