El éxito. No sólo eso: el éxito inmediato. Ni más ni menos. Mourinho como ganador que tiene la receta para la victoria, qué optimismo. Nadie tiene esa receta: Mourinho ha ganado y ha perdido; Guardiola ha ganado y ha perdido. Incluso, en ocasiones, el uno con el otro. El partido de esta noche es un partido de euforia y miedos. En el Barcelona, la euforia viene por el lado del juego mantenido durante tres años y el miedo tiene que ver con la posibilidad de que este ciclo se acabe, como se acabó el de la Quinta del Buitre en 1990, mismo torneo, mismo estadio.
En el Madrid, la euforia viene de la magia y la mística. Mourinho como líder por encima del bien y del mal. Ser superior. Da igual cómo ganes mientras ganes, vienen a decir todos cuando les hablas de trivotes y contraataques. El éxito inmediato, de nuevo. El madridismo se ha entregado a su gurú, no como entrenador, no como táctico sino precisamente eso: como gurú. Él mismo ha alimentado esa imagen de "yo contra el mundo", "yo, el incomprendido", "yo, el especial".
El fútbol, el deporte en general, entiende poco de especialidades. Un día cualquiera, pierdes o ganas y eso es lo que todo el mundo recuerda. Si alguien cree que el Madrid va a ganar solo por tener a Mourinho sentado en el banquillo se equivoca, además tendrá que jugar al fútbol. Si alguien cree que el Barcelona va a ganar solo por su superioridad estética y su pretendida superioridad moral, se equivoca también, además tendrán que tener acierto.
El miedo del Madrid tiene que ver con otro año sin títulos, pero debería ir más allá: un año con títulos y un futuro yermo, de centrales reconvertidos y entregados a la casualidad.
Lo dije en el Mundial, cuando España perdió ante Suiza: lo importante es el proyecto y, de acuerdo, el proyecto no te hace ganar siempre, pero te acerca bastante a ser competitivo en todas las circunstancias. Creer en lo que haces es importante a la hora de hacerlo bien.
No sé si el Madrid debería resignarse a jugar como Suiza porque no hay más alternativa. El Real Madrid no tiene los jugadores de Suiza. Para defenderse como sea y lanzar zarpazos no hacían falta estos 500 millones de euros. El reto de Mourinho no puede ser, sin más, ganar hoy a cualquier precio. Porque, ¿y si no gana hoy? ¿Ya no sirve nada de lo anterior? El Madrid se ha colocado en una posición muy peligrosa: la victoria como necesidad de futuro, no de presente. El Barcelona sabe que estará ahí el año que viene, el Madrid debería saberlo igual e intentar discutir la hegemonía sin presunciones de inferioridad.
Si Mourinho vuelve a plantear el mismo partido, con siete jugadores defendiendo y los otros tres buscando contras, lo normal es que pierda. ¿Puede ganar? Claro, el partido lo ganó Suiza. Pero el Mundial lo ganó España. La España que todos decían que no podía ganar nunca, que era imposible, que necesitaba de un Clemente, de un Camacho, de la vieja guardia de la rabia y la furia para imponerse. ¿Cómo ganar a Holanda con las armas de Holanda, es decir, jugando al fútbol? Imposible, imposible...
El Madrid ha dado la guerra por perdida y reza por ganar batallas. Puede conseguirlo. Podría conseguirlo el Copenhague, o el Rubin Kazan o el Hércules. Claro que sí. A un partido, nunca se sabe. Esta noche, todo lo indica así, el Barcelona volverá a tener el 70% de posesión y el Madrid quedará a merced de su desacierto. Esa será toda la baza madridista: que los pases vayan más lentos, que el balón dé en el poste, que los regates queden en nada... Como propuesta no es que no sea estética, es que es peligrosa: jugar, sin más, al fallo rival tiene el problema de que si el rival acierta tú no tienes nada que hacer.
Toda la mística de Mourinho contra el Barcelona viene de un partido que los de Guardiola tuvieron que jugar después de un derby agotador, un viaje en autobús de 24 horas y un arbitraje lamentable. Estas cosas pasan en fútbol y sin duda el Barcelona se beneficiará o se habrá beneficiado en algún momento. Pero no es más que eso: mística. ¿Se repetirá hoy la historia? Puede. Pero, ¿cuántas veces más?, ¿cuántas veces puedes encerrarte y confiar en el desastre ajeno? ¿Cuánto te mereces cobrar por una táctica así?
En manos de los jugadores del Madrid está ser un poco más valientes que su entrenador. Siendo valientes, pueden perder. Pero también pueden ganar. Igual que siendo cobardes. A ver si después de todo, se van a quedar en la primera ronda y el rival va a ganar la Copa del Mundo. Otra vez.