Es el descanso del partido y Fer y yo estamos bastante tocados. Muy tocados, de hecho. Hacemos unas palomitas porque sabemos que mientras estemos comiendo no nos dormiremos. Él está contento porque los Magic van ganando. A mí me da un poco igual, pero tiendo a la tristeza como un rasgo general de carácter.
Llevamos el bol a la sala y encendemos el ordenador. Buscamos el nombre de una actriz en Google y nos sale el ranking de las 20 españolas más sexys o más guapas o algo así. Es una lista razonable, pero aparece Carmen Alcayde y eso nos indigna. Vamos subiendo del 20 al 11 y luego del 11 al 3. Cuando sólo quedan dos, digo: me apuesto lo que quieras a que la número dos es Amaia Salamanca y la número uno es Pilar Rubio.
Sólo que la número dos es Pilar Rubio...
... y la número uno es Kira Miró.
¡Kira Miró! No seré yo quien diga algo malo de Kira Miró, menos a las cinco de la mañana de un jueves que ya es viernes, después de unas copas en el concierto de Carabina 30-30 y otra en el Colonial antes de ir a casa a ver el partido.
Pero Amaia Salamanca... ¿ni siquiera en el Top 20?
¿Quién anda detrás de esas cosas?
Y así, entre palomitas y pibones, nos damos cuenta de que estamos despiertos por fin y que los Lakers van remontando y él empieza a estar algo más triste y yo más contento, sin saber muy bien por qué, como si mi vida fuera a ser mejor o peor si Pau Gasol ganara un anillo o lo perdiera.
Hacemos unas cosas tontísimas, a veces.
Amanece y cuando cojo el taxi le digo al conductor, muy sobrio, "buenos días", como si, efectivamente, la mañana fuera mi principio de algo y no el final. Y él, que sabe, como no va a saber si en parte es su trabajo, contesta "buenas noches".
Y a mí me parece bien.