Veamos: primero, el jugador. Pau Gasol pasa de ser un jugador silbado en uno de los peores equipos de la liga a jugar por el anillo al lado del que probablemente sea, junto a LeBron James, el mejor jugador de la liga. La diferencia es obvia. Pasa, a su vez, de un mercado inexistente -Memphis, con su FedEx siempre semi vacío- al centro del glamour y las estrellas. Por supuesto, sus defectos -defensa y rebote- se verán más, pero también sus cualidades positivas. Además, su entrenador será el mítico Phil Jackson, casi nada.
Los Grizzlies pierden deportivamente a corto plazo. Cambiar a Pau por Kwame Brown es ridículo. Pero como el corto plazo estaba perdido de todas maneras, tampoco les importa. Al revés, todo lo que les acerque a los primeros puestos del draft será bienvenido. Se deshacen del sueldo más caro de la plantilla, permiten enfocar el proyecto en Rudy Gay, tal y como quiere Iavaroni, y recibirán el año que viene a un 5 puro como Marc Gasol que les va a venir muy bien.
Que no es que Marc Gasol vaya a ser el próximo Moses Malone de la NBA, pero los pivots anteriores de Memphis han sido Tsakalidis y Milicic, así que en comparación…
Y los Lakers, con Pau en plena forma -que habrá que esperar a ver cómo se recupera de sus problemas de espalda- se convierten en un serio aspirante al título. Con Bynum, Bryant, Odom y Gasol en el quinteto más el “reflexivo” Fisher dirigiendo las operaciones, el equipo tiene una pinta estupenda. Como ha dicho el propio Jackson, Gasol no sólo es un jugador que anota mucho, también es un excelente pasador con una inteligencia soberbia en la cancha. Eso, para el famoso “triángulo ofensivo”, es clave.
Así que, bueno, yo creo que incluso a Navarro le viene bien quedarse solo en Memphis y no tener que soportar la sombra de su “amigo”, como si ese fuera todo su mérito para jugar en la NBA. Y, lo que es más importante, ya tenemos otro equipo al que animar. Ya lo digo: todo ventajas. Da gusto.