No vi el debate de ayer ni un solo minuto. Tenía otras cosas más interesantes que hacer. No era complicado. No me gustan los debates televisivos porque están llenos de trucos y al final parece que hay que votar al más simpático, al más gracioso, al más original, al más guapo... como en el Instituto, vamos. Los debates televisivos son perversos: no hay tiempo para tratar los temas con hondura y todo es una cuestión de eslóganes y frases aprendidas de memoria. Publicidad.
Llegué a casa tarde y consulté varios periódicos digitales para ver qué habían propuesto cada uno. No conseguí averiguarlo. Incluso en este momento, martes por la mañana, aún no sé qué pasó ayer. Sé lo que los periódicos dicen que la gente cree que pasó: encuestas y sondeos, la mayoría de ellos -especialmente anoche-clicando en la página. Esa era la noticia. "El sondeo de .... da como ganador a ....". Si yo fuera un alto mando del PP o del PSOE pondría a todo el mundo a votar como loco. La noticia ya no eran las propuestas ni la valoración del periódico sobre el debate sino cuanta gente había hecho clic en una pestaña o en otra.
La degradación absoluta del periodismo.
Así que, bueno, supongo que en las ediciones impresas de hoy vendrá algo de análisis y opinión y podré enterarme -sesgos aparte- de lo que pasó realmente, al menos, lo que los "expertos" dicen que pasó. El periodismo digital, desde luego, ayer perdió una oportunidad gloriosa.
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 11 horas