"El País" presentaba ayer una interesante pregunta en su portada: "¿Hay que votar a Hillary Clinton sólo porque sea mujer?", la pregunta tiene una contrapartida obvia: "¿Hay que votar a Obama sólo por ser negro?". Como dijo en su momento Arcadi Espada, parece que la única diferencia mediática entre ambos candidatos es su peculiaridad sexual o racial, nada sabemos de su programa. Parece que Obama se moja más en la guerra de Irak y Hillary da más vueltas al asunto.
Por lo demás, ni idea.
Hillary es mujer. Obama es negro. Minorías políticas, en cualquier caso.
Estados Unidos es un país imprevisible, en todos los sentidos, pero uno siente que los demócratas lo van a tener complicado en las próximas elecciones. Y eso que, como buen europeo, los demócratas tienden a tener mi simpatía. Los republicanos implican todo lo que desconozco y me asusta de ese país enorme y a menudo oscuro. Y, como la mayoría, le tengo miedo a lo desconocido.
Para un español, esa lucha contra los prejuicios, parece una tarea hercúlea. Aquí, la política siempre ha sido cosa de hombres. Vale, ahora tenemos una vicepresidenta, pero la única presidenta de Comunidad Autónoma es Esperanza Aguirre, las únicas grandes capitales gobernadas por mujeres son Valencia, Córdoba y Cádiz, y en las últimas elecciones europeas, Rosa Díez y Loyola del Palacio fueron relevadas por hombres: Josep Borrell y Jaime Mayor Oreja.
Por cierto, la última moda es llamar al PP machista, pero habrá que reconocerle que fue el único partido que colocó a dos mujeres como presidentas del Senado y el Congreso, que presentó a mujeres como candidatas en elecciones autonómicas -Espe, Teófila Martínez, Cospedal y María San Gil-, que propuso a una mujer como comisaria europea -Loyola- y que puso en manos de mujeres el control judicial -Margarita Mariscal de Gante-, educativo -Espe, una vez más- y de la política exterior -Ana Palacio-. Con la economía y la política interior, eso sí, nadie se atreve...
Así que, como me siento incapaz de imaginar a una mujer o a un negro presidiendo nuestro país -salvo en "Airbag", por supuesto, aquel lehendakari fabuloso-, tiendo a pensar que a los americanos, que tienen fama de más cerrados con sus tradiciones, les pasará lo mismo y que, por lo tanto, el tal Mc Cain les pasará por la derecha a los demócratas el próximo noviembre.
El argumento tiene un fuerte contrapeso: la actual encargada de la política exterior estadounidense -la Política Exterior, la única que existe en el mundo- es mujer y negra: Condoleeza Rice. Y republicana. Eso sí, no la eligió nadie en las urnas. Fue cosa de ese fascista asesino y paleto llamado George W. Bush.