Jose Corbacho dio en el clavo, aunque sin pretenderlo, sospecho. "Me acuerdo de las antiguas galas de los Goya en las que había protestas y al día siguiente todo el mundo hablaba de ello", dijo, antes de introducir una insulsa protesta contra el Euribor. ¡Ah, la nostalgia! Ahora las protestas se dirigen contra las protestas, poco más. Pero no me refiero a eso, sino al "todo el mundo hablaba...". Efectivamente, al día siguiente de la gala de los Goya todo el mundo hablaba... de la polémica. El cine le daba igual a todo el mundo.
El cine español tiene obvios problemas de distribución y competencia. Eso está claro. Aparte, los grandes productores siguen mostrando un desmesurado interés por películas de época y costumbristas que llevan años aburriendo al público, y eso no ayuda. El nuevo cine español, el cine de género, el de "Rec" y "El orfanato" -pero también el de "Bosque de sombras", "Los cronocrímenes" y tantas obras sin distribución en nuestro país- acabará triunfando, pero mientras tanto la travesía por el desierto continúa.
Sin embargo, una vez al año, la industria tiene la posibilidad de lucirse ante millones de espectadores, en "prime time", en la Primera y durante unas tres horas. Yo diría que esa oportunidad habría que aprovecharla para promocionar el cine, para enseñar todas esas películas que han pasado desapercibidas, para reivindicarse como artistas.
Nada de eso. En aquellos tiempos, el cine no era más que un pretexto para hacer propaganda política, sin más. Justificada o no, pero propaganda. Y dedicar la gran noche del año a eso en vez de al cine era una pena. No sé si Corbacho estará de acuerdo conmigo. Por supuesto, nostálgicos hay en todas partes, basta con fijarse en los aplausos que recibió Alberto San Juan cuando pidió la desaparición de la Conferencia Episcopal.
Que a mí como si pide la desaparición del Cobrador del Frac, que me da lo mismo, pero está claro que los periodistas ya tienen el titular que buscaban. Y que, una vez más, no tiene nada que ver con el cine.
No sólo eso, sino que la única promoción que se hizo durante la gala fue para "Mortadelo y Filemón", una superproducción que ya consigue publicidad de sobra por otros medios.
En fin, motivos para reflexionar, creo.
Eso sí, bien por Corbacho, creo que le viene genial el papel de maestro de ceremonias a lo Robin Williams y muy bien por mi querida Manuela Velasco, claro. Porque además de ser una chica deliciosamente entrañable, se merecía el premio de sobra.