sábado, agosto 11, 2007

En el camino


Me encantan los ataques de coraje ajenos, especialmente en un momento en el que me siento un poco ridículo y vergonzoso corrigiendo mi libro, viendo sus múltiples incoherencias, convencido de que no le va a interesar a nadie porque está muy mal escrito...

Todos los nervios de antes del estreno.

Por eso, me gusta ver a la prima Julia vencer a los elementos en el Rincón del Arte Nuevo, en su mini-escenario, con sus cables que no hacen contacto, con su tiempo ajustado y, sin embargo, ella como si nada: "Dame y quítame, piérdeme y vuelve a encontrarme..." . Un concierto corto, el primero de tres consecutivos. De más a menos, aunque nos despidamos con un magnífico "Stop" en versión de una chica rubia que busca también su sitio.

Por eso, también, me gusta pasar por Malasaña después de la enésima visita al médico -ayer batí mi record: analgésicos, antidepresivos, ansiolíticos y antiestamínicos en un mismo día- y ver a Hache, Jane y sus chicas rodeando al Best Boy y en mitad de su maratoniana jornada de "Mediocrity": desde las 7 de la mañana a las 9 de la noche. Profesionales en paro.

Y, por supuesto, ni siquiera necesito quedarme a verlo, porque, como pone en el "Lola Loba", el resultado no importa. Cuentan las intenciones y el trabajo y el saber que llegar a la meta está muy bien pero que si no sales de los tacos no tienes ninguna posibilidad.

Y en eso están. En eso estamos.