Ya no son dos, son tres. No es una gran noticia para Rafael Nadal, desde luego. El español parecía el gran sucesor de Federer cuando este empezara a flojear -en cualquier momento, ya cumplidos casi diez años en el circuito- y ahora se le cuela el serbio Novak Djokovic en la sucesión. Además, tiene un año menos.
No es que Federer pueda estar tranquilo tampoco, pero él ya ha ganado 11 Grand Slams, 13 Masters Series, 3 Masters Cup y 49 torneos ATP en total, así que se puede permitir bajar un poco el ritmo. A partir de ahora, los torneos en pista dura se abren y puede que haya más gente que se anime, parece improbable que, de 2008 en adelante, el suizo pueda volver a conseguir ganar dos o tres Grand Slams en un solo año.
Porque Djokovic es una amenaza global: insultantemente joven -20 años-, en progresión constante, lo que hace temer que su máximo aún quede lejos, y hábil en todas las superficies: llegó a las semifinales de Roland Garros, llegó a las semifinales de Wimbledon y ya ha ganado dos Masters Series en pista dura. Hasta ahora, sólo su endeble físico le ha traicionado, pero eso cambiará, claro.
Con el serbio en escena, más la habitual resurrección de Roddick en agosto-septiembre, el US Open de este año queda a la altura de los mejores de la historia, con cuatro jugadores capaces de llevarse el título. Tres de ellos, europeos, por cierto. Un motivo de reflexión para la tradicionalmente dominadora escuela estadounidense.
La fiesta del aguafiestas
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[La Brújula (Opiniones ultramontanas), 3:05]
Buenas noches. Mi aguafiestismo profesional me obliga hoy a la tarea,
ciertamente desagradable, de arremete...
Hace 1 hora