Pedro Martínez, uno de mis tres compañeros en aquella aventura que fue
mi primer libro de relatos compartido aparece hoy con una excelente noticia: el distribuidor asegura que este año se han vendido 24 ejemplares en distintas tiendas. Está muy bien si tenemos en cuenta que es ya la segunda edición: la primera la vendimos por completo.
Por supuesto, aquel libro fue una autoedición. Una autoedición preciosa -cortesía de Enrique Redel- y barata. Siempre tendrá el estigma de "hijo tonto" de toda primera obra, y si hasta ahora no había hablado demasiado del niño es precisamente porque creo que entonces era mucho peor escritor que ahora.
Con todo, fue una buena formación: mis primeras presentaciones, mi primera firma en una Feria del Libro (la de Alcorcón), la primera vez que mi nombre aparecía en una librería, con negociaciones incluidas. Es un buen título y no es mal libro. Para los que me piden copias de "Pequeños objetivos" y no puedan esperar a "Cuando las cosas dejaron de tener sentido" siempre les puedo remitir a esa Eva originaria.
Sólo que, desgraciadamente, ni yo sé exactamente dónde se vende.