jueves, abril 26, 2007

De escapada con Manuela Velasco

Las escapadas son lo que se agradece, lo que realmente le saca a uno del aturdimiento de las horas frente al ordenador, de la lluvia encendiendo los faros por la Autovía de Valencia, de la melancolía constante de las noches pasadas, las mañanas de blogs y periódicos digitales...

Las escapadas de domingo con Julia Molano y Pablo Ager, las escapadas de lunes con Verónica Puertollano y Arcadi Espada, las escapadas de martes con pollo en el Malaspina, coca-cola en La Mayor y cine con B., las escapadas de miércoles con Manuela Velasco, su cara de niña buena, su dulzura, su entusiasmo, su nerviosismo mal disimulado a sorbos irregulares.

Su afición al Liverpool.

Manuela Velasco, actriz precoz, presentadora sin vocación, reportera en extinción, capaz de contar las cosas como se cuentan a un amigo, no a un desconocido que llega con el pelo mojado y rizado, pidiendo un peine o una tijera, capaz de hacer que una entrevista de media hora se conviertan en tres horas de conversación: teatro, cine, música, Lichis, Melendi...

Una chica que se siente cómoda en su barrio, que presume de inseguridad pero desde la inseguridad, sin aspavientos, sin pretensiones. Una chica normal. "Me gustaría que me vieran como una actriz más de 31 años que busca un papel". Sí, exacto, de eso se trata. Olviden de qué les suena esa cara, concéntrense en lo que expresa.

Si alguien tenía dudas, le diré que no me he equivocado: en esa sonrisa había valor y talento.