B. y Álida dudan entre dos actrices. El actor, lo tienen decidido. Han hecho varios castings estos días y al final quedan las dos, con dos estilos muy diferentes. La chica morena coquetea con el chico y tiene un punto pasivo-agresivo. La chica rubia es andaluza y se le nota: tiene un punto más inocente, más festivo, más agradable para la cámara.
Las pruebas pasan por un televisor en el que no puedo distinguir las caras pero sí las actitudes -recuerden el episodio de las gafas de Medina, aún no totalmente solucionado...
Me quedo sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en un sofá y escucho los diálogos, mis diálogos, observo como recrean unos personajes que son mis personajes, que son Lucía y Rubén, la chica valenciana -ahora malagueña- que busca desesperadamente que algo pase - sea lo que sea- en su relación. El chico nostálgico que recuerda a su hermana pequeña en los ojos de la desconocida.
Es emocionante, como para sentirse muy honrado. Conforme van pasando los minutos me queda claro que fue un gran relato y que será un gran corto, por difícil que sea pasar de un género a otro. Sentirse adaptado es maravilloso, sobre todo cuando a uno le escuchan...
Cuando el pase acaba, los cuatro -otra Lucía incluida- estamos de acuerdo en cuál es la chica que queremos y podemos bajar a comprar pizzas, bocadillos de tortilla, paquetes de tabaco, esperanzas...
El Estado es un sensor
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*por Yaiza Santos*
Enumeró, en contra de su costumbre, lo que hasta ese momento había
declarado el señor Víctor de Aldama ante el juez. Por ejemplo los p...
Hace 6 horas