Jesús Malia demuestra no ser un tipo rencoroso. Hice todo lo posible por retener su nombre, por darle un lugar en este blog y por devolverle mínimamente el gran rato que me hizo pasar ayer con Lara.
Sin embargo, pese a que toda su referencia se quedó en un patético "el amigo poeta", es capaz de mandarme hasta cuatro veces un email para invitarme a participar en una antología que está preparando bajo el sugerente nombre de "La Vida es un bar" y que está dedicada a Malasaña. Teniendo en cuenta que yo he vivido casi la mitad de mis noches en Malasaña, reconozco que el corazón me da saltitos.
Ahora sólo queda que mis manos estén a su altura. Gracias.
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