Un día, Joaquin Phoenix sale en el programa de David Letterman con una melena despeinada, barba pobladísima, gafas de sol y algo que se parece mucho a un ataque de pánico. Contesta a todo con gestos huidizos, temblor en las manos y monosílabos. Letterman se ríe de él, no sabe qué hacer, intenta ir por un lado, por el otro… pero Joaquín Phoenix sencillamente no está ahí. Al finalizar la entrevista, el cómico se despide con un significativo: “Gracias, Joaquín, sentimos que no hayas podido venir”.
Inmediatamente el vídeo se propaga por YouTube y televisiones varias. Phoenix acaba de anunciar que abandona la actuación pese a las nominaciones a Globos de Oro y Oscars y un prestigio bien ganado… para dedicarse al hip hop. Eso es lo que se llamaba una excentricidad hasta que apareció Charlie Sheen, así que no le hicieron mucho caso. Lo de Letterman ya era otra historia: aquel hombre se estaba autodestruyendo. El hermano de River Phoenix ni más ni menos, emblema de la autodestrucción noventera. Días después, se pega con un espectador en un simulacro de concierto.
Pero entre tanto escándalo surgen los rumores: puede que Phoenix no solo no esté autodestruyéndose sino que ni siquiera haya dejado la actuación, aunque eso sí, y desde la distancia del ignorante, se pueda apreciar un cierto talento para la rima. Puede, dicen, que todo sea un montaje de Casey Affleck, su cuñado, para rodar lo que se llama un “mockumentary” o, simplemente, un “falso documental”. El rumor crece y crece y finalmente la productora lo reconoce: se trata de un falso documental, Phoenix está actuando, Affleck es el que lleva la cámara. Vuelve a Letterman, sonriente, dice que ha sido el mejor papel de su vida, una experiencia inolvidable, actor y presentador dejan bien claro que la primera entrevista no estaba pactada y anuncian que todo se podrá ver en “I´m still here”, de próximo estreno.
El problema, por tanto, no está en la idea. A mí la idea me parece gloriosa: la decadencia de Hollywood. De acuerdo, no es lo más original del mundo, pero está actualizada, llevada al extremo y hay un actor dispuesto a llevar su imagen al límite del ridículo y más allá. Eso tiene mérito. La cuestión es, una vez que se sabe todo esto, ¿qué queda para la película? Más bien poco. Todo lo que les he contado y que a lo mejor ustedes saben porque se lo he contado yo o ya lo sabían antes porque ha estado en televisiones, periódicos y sobre todo Internet, es todo lo que hay, prácticamente.
No sé si Affleck y Phoenix contaban con que nadie se diera cuenta de sus intenciones y este documental acabara siendo una reivindicación de cómo la gente bien se aleja de un apestado, pero el caso es que, una vez sabemos que es todo falso, la historia pierde interés. Estás en medio de un campo de minas, de trampas, y no sabes qué está en el guion y qué no. De hecho, las mejores escenas son las que ya conocíamos por la televisión o en las que aparecen otros personajes de Hollywood o alrededores intentando ayudar con toda su buena fe a Phoenix.
De acuerdo, el actor está soberbio. Lo deja todo. Hay momentos gloriosos y la delirante idea atrae. Pero no resulta creíble, lo siento. Una vez que sabes que es mentira, la mentira lo impregna todo. ¿Se puede ver igual? Sí, porque es un proyecto tan ambicioso que incluso las pegas lo dejan a flote, pero deja una sensación vacía, de “bueno, ¿y qué?” Se queda a medio camino de muchas cosas, como si no tuvieran claro exactamente qué querían contar aparte de la posibilidad de que una superestrella enloquezca a los ojos de todo el mundo. Contar por qué, al menos. Contar qué consecuencias tiene, hasta el final. O simplemente reírse, a lo Sacha Baron Cohen, explotar las posibilidades cómicas del personaje-persona.
Con todo eso, “I´m still here” sería una obra maestra. Lo que deja insatisfecho es precisamente la cantidad de posibilidades que están abiertas y quedan sin explorar. Sin eso, queda una buena película, recomendable, interesante e incluso sobrecogedora por momentos. Una de esas películas que creo que es necesario ver aunque luego la critiques. Porque es algo nuevo y original. Porque es valiente.
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