Algo falla cuando un equipo se gasta 300 millones de euros y pierde contra el cuarto de la liga francesa. No sólo pierde sino que es claramente superado durante 70 minutos y solo tiene un último ataque desesperado en los veinte finales. No hay que hacer un drama de un 1-0 pero sí de la incapacidad del Madrid para jugar a algo y crear peligro frente a un rival claramente inferior.
Supongo que los medios acribillarán a Pellegrini. Los medios son así: primero te piden que quites a Raúl, cuando le quitas te piden que metas a Kaká, Benzemá y Cristiano Ronaldo juntos, cuando se dan cuenta de que eso no funciona te reprochan que no juegue más Higuaín y cuando Higuaín ya es titular indiscutible, resulta que sin Guti y Granero no hay equipo. Lo del chileno es una auténtica heroicidad.
Puede que Pellegrini no tuviera su mejor día en Lyon. El equipo fue terriblemente plano y no supo encontrar la manera de desbordar la defensa francesa. Sin embargo, sería injusto que los jugadores se fueran de rositas. En especial, Cristiano Ronaldo, que para eso es la estrella. Cristiano es un excelente jugador con todo lo necesario para triunfar: buen disparo, regate, velocidad, carácter, remate desde cualquier posición... le falta entender que además necesita a sus compañeros. Es lo que le diferencia de Messi.
En Lyon, Cristiano no existió. Estuvo a punto de marcar un par de goles porque es muy bueno individualmente, pero no ayudó en nada al juego de su equipo. Tampoco lo hizo Higuaín. Ni Benzemá, claro, que ni está ni se le espera. Al Madrid lo mantuvo a flote un magnífico Xabi Alonso -de los mejores partidos que le he visto nunca- con la ayuda final de Kaká, que al menos se echó el equipo a las espaldas, cayó a banda e intentó desbordar con mayor o menor éxito. Eso es justificar una inversión.
Por supuesto, Cristiano podrá justificar la suya con el tiempo, pero algunos detalles empiezan a mosquear: su tendencia a desaparecer en determinados partidos importantes. Fue clave para que el Manchester United llegara a dos finales de la Champions, pero una la ganó pese a dos fallos suyos en penalties contra Barcelona y Chelsea y en la segunda, sencillamente, volvió a desaparecer. Con Portugal, ni siquiera marcó un gol en toda la fase de clasificación para el próximo Mundial y el equipo acabó arrollando a Bosnia con su estrella lesionada. Es joven y triunfará. El gran problema al que se enfrenta ahora mismo es a su incapacidad para la autocrítica y la falta de comprensión de que esto es un juego de equipo y que no consiste en pillar un balón a cuarenta metros, conducirlo durante veinte y tirar un zurriagazo a ver si cuela.
Aunque a menudo cuele.
A veces, uno ve a Rooney y empieza a pensar si el Madrid no se llevó al jugador equivocado.
En fin, esto no pretendía ser un palo al Madrid solamente. También es un palo para la liga española, cuyo papel en Europa empieza a ser testimonial. El año pasado solo el Barcelona pasó de octavos en la Champions y absolutamente nadie pasó de los dieciseisavos -¡dieciseisavos!- de la antigua UEFA. Este año, el Atleti salvó la tercera plaza de su grupo sin ganar un solo partido y empatado a puntos con el Apoel Nicosia. Hablamos del finalista de la Copa del Rey.
En la Europa League, tanto Athletic como Villarreal y Valencia pasaron por los pelos la liguilla previa.
Que el Madrid, un equipo que se está co-paseando en la liga española con 53 puntos en 22 partidos, no sea capaz de empatar siquiera con el cuarto de la liga francesa, es un desastre y un síntoma muy grave. En los últimos cinco años sólo han existido el Barcelona y el Sevilla, con dos Champions y dos Copas de la UEFA respectivamente. Veamos si este año llegamos siquiera a eso. Este resultado da mucho que pensar.